¿Quiénes habitarán la tierra? En este artículo veremos unos proverbios de Salomón sobre la promesa de Dios con Israel.
El Señor ordenaba claramente al pueblo que anduviera en Sus mandamientos rectos y fieles y que no andaran haciendo cuantas cosas le vinieran en la mente, El Señor les estaba dejando en claro que no podían desobedecer Sus estatutos porque Él estaba en los cielos y Sus ojos encima de ellos.
21 Porque los rectos habitarán la tierra, Y los perfectos permanecerán en ella,
22 Mas los impíos serán cortados de la tierra, Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.
Proverbios 2:21-22
¿Quieres entrar en la tierra prometida? Salomón dice que solo los rectos y puros de corazón, los que obedecen el mandato del Señor, que andan en integridad, éstos son los que habitarán la tierra prometida.
Pero, ¿qué hacía El Señor con aquellos que querían hacer su propia voluntad? Eran cortados por su desobediencia, por ser injustos y no respetar la ley del Señor. Es por eso que Salomón les recopila todas estas enseñanzas en el libro de los Proverbios, para que podamos caminar en el camino del Señor, rectos, firmes y confiados.
Dios a través de Su palabra día tras día nos enseña cómo debemos andar, por eso nos dejó Su palabra para que podamos ser guiados por ella, para que cuando la escudriñemos podamos encontrar palabras alentadoras y estas nos conduzcan siempre en el camino recto del Señor.
Reflexión final
Estos versículos nos recuerdan que la herencia de la tierra no era únicamente un asunto físico, sino una promesa espiritual ligada a la obediencia y la rectitud. Habitar la tierra en paz significaba vivir bajo el favor y la bendición de Dios, disfrutando de seguridad, provisión y estabilidad. Lo mismo ocurre con nosotros hoy: aunque no esperamos una tierra prometida física como Israel, sí tenemos una promesa mayor en Cristo Jesús, quien nos aseguró una herencia incorruptible y eterna en los cielos (1 Pedro 1:4). Esa herencia, al igual que la de Israel, está reservada para aquellos que viven en rectitud, confiando en el Señor y apartándose del mal.
El contraste que establece Salomón es claro: los rectos permanecerán, pero los impíos serán arrancados. La desobediencia nunca trae estabilidad, y aunque por un tiempo el injusto parezca prosperar, su fin es la ruina. El justo, en cambio, permanece firme porque no depende de sus propias fuerzas, sino de la fidelidad de Dios. La permanencia en la tierra es símbolo de vida abundante y duradera, de seguridad bajo el cuidado del Creador.
Este pasaje nos invita también a examinar nuestro caminar. ¿Estamos viviendo en integridad delante de Dios? ¿Buscamos obedecer Su palabra aunque el mundo nos presione a hacer lo contrario? La rectitud no es algo opcional, es una condición indispensable para permanecer en las bendiciones del Señor. La obediencia trae paz, mientras que la rebeldía trae desarraigo. Por eso, no se trata solamente de “estar” en un lugar, sino de “permanecer” en él con la bendición de Dios, lo cual solo ocurre cuando andamos en justicia.
Hermanos, aprendamos de la sabiduría de Salomón y de las advertencias que encontramos en Proverbios. Que nuestras vidas reflejen rectitud y fidelidad, porque Dios honra a los que le honran. Que no seamos como los prevaricadores que son arrancados, sino como aquellos que permanecen firmes, confiando en el Señor. Recordemos también las palabras de Jesús en Mateo 5:5: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Esta herencia es segura, no porque dependamos de nuestras fuerzas, sino porque el Dios fiel ha prometido guardar a los que caminan en integridad.
Por lo tanto, esforcémonos cada día en andar en los caminos del Señor, en obedecerle de corazón, y veremos cómo Su promesa se cumple en nuestras vidas. Habitar la tierra, permanecer en ella y disfrutar de la bendición de Dios es el resultado de caminar rectamente delante de nuestro Dios. Que seamos de aquellos que permanecen firmes y no de los que son arrancados.