Hermanos, nosotros que estamos en Cristo Jesús y que permanecemos en Su palabra, luchando cada día y rechazando todas las cosas negativas que nos ofrece este mundo pasajero, sigamos actuando con devoción en la carrera que el Padre nos encomendó.
En Sus caminos debemos aprender más de Él, siendo pacientes y utilizando el conocimiento que es dado por nuestro Dios para que cuando vengan tiempos donde el enemigo trata de poner las cosas malas como buenas, podamos discernir entre ellas.
En el capítulo cinco del libro de hebreos encontramos con una advertencia sobre la apostasía:
11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.
12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.
13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;
14 pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
Hebreos 5:11-14
Jesús es el autor de nuestra salvación, y muchos no quieren aceptarlo, es por eso que vemos lo que el autor de los hebreos nos dice sobre estas cosas.
Todos cada día necesitamos de este alimento, alimento que es puro y fresco, y que a través de él recibimos más conocimientos y seremos cautelosos al tomar una decisión. Así que, hermanos, reconozcamos la buena y fiel palabra de nuestro salvador Cristo, Aquel que dio Su vida para redención de nuestros pecados.
Reflexión final
El pasaje de Hebreos nos confronta directamente con nuestra responsabilidad espiritual. El autor advierte que algunos, después de mucho tiempo en la fe, aún necesitaban los rudimentos básicos como si fuesen niños en Cristo. Esta realidad también puede aplicarse a nuestros días: muchos profesan creer, pero todavía no se han ejercitado en la práctica de la Palabra, permaneciendo inmaduros en su fe.
La vida cristiana no se trata solo de recibir, sino también de dar fruto. Dios espera que avancemos en madurez, que pasemos de lo elemental a lo profundo, de la leche al alimento sólido. Esto significa crecer en discernimiento, en santidad, en amor y en compromiso con el evangelio. La madurez no se alcanza de la noche a la mañana, sino a través de la práctica constante de la Palabra y la obediencia diaria al Espíritu Santo.
El alimento sólido del que habla Hebreos es la capacidad de distinguir lo bueno de lo malo en medio de un mundo que confunde la luz con las tinieblas. Solo aquellos que ejercitan sus sentidos espirituales, que perseveran en oración, en la lectura de la Escritura y en la comunión con los hermanos, pueden resistir las tentaciones y permanecer firmes cuando vengan tiempos difíciles.
Por eso, hermanos, esforcémonos en crecer en la fe, en no conformarnos con lo básico, sino en buscar cada día un conocimiento más profundo de Cristo. Recordemos que nuestra meta es llegar a ser verdaderos discípulos maduros, capaces de enseñar a otros, de vivir con integridad y de reflejar a Cristo en todo lo que hacemos. Que el Señor nos ayude a no quedarnos estancados, sino a avanzar hacia la perfección que solo en Él podemos alcanzar.