Podemos alcanzar la misericordia del Señor cuando nos acercamos Él y le buscamos de todo corazón, obedeciendo Sus estatutos y siguiendo el camino que nos enseñan las Sagradas Escrituras.
Tenemos que siempre ir al Padre, pedirle que Su misericordia nos alcance cada día, porque bajo Su misericordia debemos caminar, porque cuando caminamos bajo de ella, estamos siendo protegido, y si tenemos Su protección, lo tenemos todo.
Pidamos que la misericordia de Dios pueda habitar en nosotros, debemos estar siempre confiados en que Su misericordia nos cuidará y nos alcanzará.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Hebreos 4:16
En el versículo anterior podemos ver la invitación que se nos hace a acercarnos al trono de la gracia, o sea, que podamos reconocer que sin la misericordia de Dios no podemos continuar, es por eso que el autor nos sugiere que vayamos confiados delante del trono de nuestro Dios, porque así es como podremos alcanzar la misericordia y el socorro de nuestro Dios.
Por eso hermanos en Cristo es que el autor nos insta a que podamos acércanos al trono de la gracia, porque así podremos tener Su total protección, porque no hay un justo como Él, misericordioso, bondadoso, y sobre todo un Dios lleno de amor y que a la vez da paz a todo aquel que se acerca hacia Él.
Acerquémonos a Él confiados, busquemos de Su gracia y amor. Seamos fieles y continuemos caminando en Sus caminos.
La misericordia como refugio diario
La misericordia de Dios no es algo pasajero ni limitado, es un refugio constante al cual podemos acudir en todo momento. Cuando el corazón humano se siente cansado o afligido, la misericordia divina actúa como bálsamo que renueva las fuerzas. Esta misericordia se manifiesta tanto en las cosas pequeñas de la vida diaria, como en los grandes momentos de necesidad. Es la que nos guarda de peligros que ni siquiera percibimos y nos sostiene cuando pensamos que ya no podemos más.
Ejemplos bíblicos de la misericordia de Dios
En toda la Biblia podemos ver cómo Dios ha extendido Su misericordia sobre Su pueblo. En el Antiguo Testamento, por ejemplo, vemos al Señor perdonando repetidamente a Israel a pesar de sus constantes rebeldías. En el Nuevo Testamento, Jesucristo mismo es la máxima manifestación de la misericordia divina, pues dio Su vida para que todos tuviésemos acceso al perdón y a la vida eterna. Cada historia de la Biblia refleja que la misericordia de Dios no se agota, sino que es nueva cada mañana, como dice Lamentaciones 3:22-23.
La misericordia en nuestra vida diaria
En nuestra vida cotidiana también podemos ver reflejada esta verdad. Cuando fallamos, cuando nos equivocamos, Dios no nos desecha, sino que extiende Su misericordia para levantarnos. Esto no significa que tengamos libertad para pecar, sino que tenemos un Padre dispuesto a restaurarnos cuando nos arrepentimos sinceramente. Su misericordia nos inspira a caminar en obediencia y a tratar a los demás con el mismo amor y paciencia con que Él nos trata.
Cómo acercarnos al trono de la gracia
El autor de Hebreos nos recuerda que podemos acercarnos con confianza. Esa confianza no se basa en nuestros méritos, sino en la obra redentora de Cristo. Gracias a Jesús, tenemos entrada directa al trono celestial y podemos pedir ayuda en los momentos más difíciles. La oración, la lectura de la Palabra y la adoración son medios prácticos para acercarnos a ese trono y experimentar la misericordia de Dios en lo más profundo de nuestro ser.
Conclusión
Querido lector, la misericordia del Señor es inagotable y está disponible para todo aquel que se acerque con humildad y fe. No importa cuál sea tu situación, Su misericordia es suficiente para sostenerte, perdonarte y darte nuevas oportunidades. Acerquémonos cada día al trono de la gracia, busquemos Su rostro y confiemos en que bajo Su misericordia estaremos seguros. Así podremos vivir en paz, esperanza y con la certeza de que, mientras caminemos bajo Su cuidado, nada nos faltará.