Andad en santidad

El mandato de vivir en Santidad está escrito muchas veces en la Biblia, porque si Dios es Santo, nosotros debemos ser como Él, como hijos amados que somos, imitando al Padre.

El entretenimiento es una arma que satanás usa para que nos olvidemos de vivir una vida santa y plena. Nos terminamos acostumbrando tanto a las cosas que vivimos en esta tierra que nos olvidamos de vivir en santidad, y eso no debe ser así, puesto que llegará el día cuando no tendremos ningunas de estas cosas:

9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.

11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, !!cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,

2 Pedro 3:9-11

Peregrinos y extranjeros

Somos peregrinos y extranjeros, eso nos dice la Biblia, somos como turistas en esta tierra, entendiendo que estamos aquí pero no somos de aquí, ya que pertenecemos a otra patria, una espiritual.

Y si realmente nos consideramos parte de esa patria espiritual, entonces debemos andar en santidad, purificándonos cada día, sabiendo que el día del Señor se acerca, viviendo una vida apartada para Dios, una vida que agrade a Dios y solo busque Su voluntad.

El apóstol Pedro nos recuerda que el mundo pasará y todo lo que vemos será destruido, por eso no debemos aferrarnos a lo material, sino a lo eterno. Vivir en santidad significa comprender que nuestros deseos carnales no pueden gobernar sobre nosotros, sino que el Espíritu Santo es quien guía nuestros pasos. No es un llamado fácil, pero es un llamado necesario, pues la santidad nos separa del pecado y nos acerca al carácter de Dios.

El ser humano, por naturaleza, busca placer inmediato, reconocimiento, diversión y comodidad. Sin embargo, la Biblia nos enseña que todo eso es pasajero y que lo que realmente permanece es la voluntad de Dios. Por eso, cuando nos distraemos demasiado en las cosas de este mundo, corremos el peligro de enfriarnos espiritualmente y de olvidar nuestra verdadera ciudadanía celestial. Recordemos las palabras de Jesús: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo…” (Mateo 6:19-20).

Vivir en santidad no se trata únicamente de evitar el pecado, sino de adoptar una forma de vida dedicada a Dios en cada aspecto: en nuestras palabras, pensamientos y acciones. Esto implica ser íntegros en el trabajo, fieles en el matrimonio, responsables con la familia y ejemplo para la sociedad. Un cristiano que vive en santidad no se conforma con lo que el mundo ofrece, sino que se esfuerza cada día por parecerse más a Cristo.

La santidad también es un testimonio poderoso ante los demás. Cuando el mundo ve a un creyente que actúa con amor, humildad y verdad, está viendo un reflejo de Dios mismo. Ese testimonio puede tocar corazones, abrir puertas y llevar a otros al arrepentimiento. Como hijos de Dios, somos llamados a ser luz en medio de la oscuridad, y esa luz solo se enciende cuando vivimos una vida santa.

Finalmente, debemos recordar que la santidad no es opcional, sino un mandato divino. Hebreos 12:14 dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Esta advertencia nos muestra que sin santidad no podremos estar en la presencia de Dios. Por eso, cada día debemos examinar nuestro corazón, arrepentirnos de nuestros pecados y pedir al Espíritu Santo que nos ayude a perseverar.

Conclusión

Querido lector, si eres peregrino y extranjero en esta tierra, recuerda que tu meta no es acumular riquezas terrenales, sino heredar la vida eterna junto a Cristo. No te distraigas con las ofertas del mundo ni con el entretenimiento vacío que aleja de Dios. Más bien, procura vivir en santidad, confiando en que el Señor es fiel y cumplirá Su promesa. Vive de tal manera que, cuando venga el día del Señor, seas hallado irreprensible, apartado del mal y lleno de fe. Esa es la verdadera victoria del cristiano: caminar en santidad hasta el fin.

Cómo alcanzar misericordia
Orar a Dios es muy importante