Señor Jesús, me persento delante de Ti, para orar a Ti, darte las gracias porque mi protección viene de Ti. Tú eres mi mayor sustento Señor, cada día oro a Ti porque Tu gracia y Tu amor me sustentan.
¿Quién mas me cuida de noche y de día si no eres Tú Señor? No me canso de alabar y orar a Ti mi Dios porque sin Ti mi dormir y mi eterna paz no fueran posibles, por eso agradezco en oración, arrodillándome cada día para que esa paz y esa protección se mantenga en cada uno de los hogares.
En esta hermosa oración presento todo lo que has hecho por mí, mi Dios mi Salvador, oh Padre amado, eres misericordioso, eres grandioso, estás conmigo en la mañana, en la tarde y en la noche. Oh, gracias Señor amado.
Señor, en mi oración que hago cada día hacia Ti, Te pido que me ayudes ha poder decir lo mismo que dijo el salmista:
En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.
Salmos 4:8
Oh, Tú Señor eres quien muestra el bien a Tus hijos, por eso sigo orando a Ti mi Dios, Señor Jesús clamo a Ti para que mis días y mis noches continúen en paz, que cada uno de nosotros podamos expresar lo bueno que eres con cada uno de nosotros.
Bendito seas para siempre mi Dios, porque Tú guardas el dormir de nuestros hijos y de nosotros, por eso oramos a Ti para que nos des fuerzas para que nuestra confianza hacia Ti aumente cada día. Ayúdanos Dios y fortalece nuestras vidas. Te lo pido con todo mi corazón, escucha nuestras oraciones, en el nombre de Jesús, amén.
Reflexión final
Esta oración nos recuerda una verdad profunda: la paz que tanto anhelamos no viene de las circunstancias externas, sino de la presencia de Dios en nuestras vidas. El ser humano busca seguridad en muchas cosas, en el trabajo, en los bienes materiales o en las personas, pero todo eso es pasajero. La verdadera confianza y el descanso genuino provienen de aquel que creó los cielos y la tierra. Así como el salmista pudo acostarse confiado porque sabía que Dios lo guardaba, también nosotros podemos dormir tranquilos sabiendo que nuestro Padre vela por nosotros.
Cada noche, cuando ponemos nuestra cabeza en la almohada, es un acto de fe. No sabemos lo que puede ocurrir mientras dormimos, pero al entregar nuestra vida al cuidado de Dios, podemos reposar sin temor. Esto nos invita a reflexionar: ¿realmente confiamos en el Señor como para descansar en Él sin preocuparnos del mañana? Jesús mismo nos enseñó a no angustiarnos por el día de mañana, porque cada día trae su propio afán. Al hacerlo, reconocemos que Él es quien sostiene nuestra vida y quien tiene todo bajo control.
Que cada oración antes de dormir sea una oportunidad para entregar nuestras cargas y preocupaciones a Dios. De esta manera, no solo descansará nuestro cuerpo, sino también nuestra alma. Recordemos siempre que, aunque el mundo pueda ser incierto, en Cristo tenemos la certeza de una paz inquebrantable. Esa paz que sobrepasa todo entendimiento es la que guardará nuestros corazones y pensamientos en Él. Confiemos, entonces, en Su cuidado diario y vivamos con gratitud, porque cada noche de descanso es un regalo de Su amor.