Es importante que cada uno ande según lo establecido por la Palabra de Dios, haciendo Su voluntad divina, actuando con gran diligencia ante el camino que el Señor ha puesto delante de nosotros. Andemos bien delante de Dios, pues si alguno está en falta, vaya delante de Dios, humíllese y siga el camino de salvación el cual es el que nos lleva a los pies de nuestro Dios.
El Señor paga a cada quien según sus obras, es por eso que la misma Biblia nos instruye para andar bien delante de Dios, que caminemos en luz y no en tinieblas. Por eso es bueno analizar cada cosa que vayamos a hacer, para nunca hacer nada que no sea del agrado de Dios. ¿Qué pasa si actuando bajo nuestra propia voluntad desobedecemos a Dios? El siguiente versículo nos da la respuesta:
Y tuya, oh Señor, es la misericordia; Porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.
Salmos 62:12
El salmista David sabía que por parte del hombre no había misericordia, porque el amor y la misericordia vienen de Dios, pero ante todo, este hombre sabía que todo aquel que actúa con faltas delante de Dios, en su momento tendría su paga. En el salmo 62 el salmista habla muy claro, su vida estaba acallada en las manos de Dios, porque Dios era su roca, su salvación. El perdón y la misericordia que eran derramados sobre el salmista David venían solamente de Dios.
David está siendo claro y preciso con lo que le puede venir al hombre que camina según las obras de sus propios pensamientos. En pocas palabras, si haces lo malo, no puedes esperar un buen pago de parte de Dios. En cambio, el que camina justo y recto delante de Dios, podrá recibir de Él la bendición, la protección y la salvación.
De manera que, amados hermanos, caminemos bajo la sombra poderosa y Santa de nuestro Señor, pidiendo siempre su dirección y cuidado, y así de esta manera seremos premiados grandemente de parte de Él.
Caminar en la luz de Dios
La Biblia enseña que no podemos servir a dos señores ni vivir en la dualidad de la fe. O caminamos en la luz, o permanecemos en tinieblas. Caminar en la luz de Dios significa vivir en obediencia, dejando de lado las obras de la carne y dando fruto en el Espíritu. El apóstol Juan nos recuerda: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad” (1 Juan 1:6). Este llamado es directo y nos invita a examinarnos cada día.
La justicia y la misericordia divina
Aunque Dios es justo y paga a cada uno conforme a sus obras, también es un Dios lleno de misericordia. Esta combinación de justicia y misericordia nos da esperanza, porque aun cuando fallamos, podemos acudir a Él en arrepentimiento. El profeta Isaías declara: “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6). Estas palabras nos recuerdan que la misericordia de Dios siempre está al alcance de quienes deciden humillarse y volver al camino correcto.
Ejemplos bíblicos de obediencia y desobediencia
En la Escritura encontramos ejemplos claros de lo que sucede cuando el ser humano decide andar en obediencia o en desobediencia. Saúl, el primer rey de Israel, perdió su reinado por no obedecer la voz de Dios, demostrando que nuestras acciones tienen consecuencias. En contraste, Josué, siervo fiel del Señor, fue prosperado en todo porque meditaba en la Ley de Dios de día y de noche, y cumplía lo que estaba escrito (Josué 1:8). Estos relatos sirven como lecciones vivas para recordarnos que Dios honra a quienes le honran.
Aplicación práctica para nuestra vida
Hoy más que nunca necesitamos caminar en obediencia. Vivimos en un mundo que constantemente nos ofrece caminos más fáciles, atajos y tentaciones, pero nada de eso agrada al Señor. Nuestro deber como creyentes es mantenernos firmes, pedir discernimiento en la oración y recordar que nuestro galardón viene de lo alto. No se trata de aparentar religiosidad, sino de vivir una vida íntegra en la que nuestros actos reflejen nuestra fe.
Conclusión
Queridos hermanos, andemos siempre bajo la voluntad de Dios, confiando en Su dirección. Recordemos que cada obra tiene su recompensa, y que Dios no pasa por alto ni lo bueno ni lo malo. Caminemos en luz, perseveremos en la fe y busquemos cada día agradar a nuestro Señor. Al final, lo que más importa no son los logros terrenales, sino recibir de Dios la corona de vida que Él tiene preparada para los que le aman.