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Dios es bueno y para siempre es su misericordia

¿Por qué decimos que Dios es bueno? Bueno no diría que bueno, sino buenísimo, un Dios que atiende al llamado que le hace el justo, que escucha su oración y que le socorre en momentos delicados.

Las misericordia nos alcanza cada día, cuando estamos en peligro, cuando estamos en cualquier lugar, pues Su misericordia nos acompaña.

No pensemos que Su misericordia está solamente cuando nosotros estamos pasando algún problema, no. La misericordia de nuestro Dios está desde el principio, ese amor tan grande que nos alcanza y nos da paz en todo nuestro interior.

Pero, ¿qué nos dice la Biblia sobre la misericordia inmensa de nuestro Dios?. El salmo 100 dice lo siguiente:

Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.

Salmos 100:5

Aquí podemos aprender acerca de la inmensa misericordia de Dios, de lo bien que nos trata, del cuidado tan grande que nuestro Dios tiene con Sus hijos.

Pero, ¿qué pues diremos de nuestro Dios? Claramente el versículo que acabamos de leer nos enseña que la misericordia de Dios es eterna. Es decir, que es extensa, y que es por los siglos de los siglos.

Por eso es bueno que atesoremos Su gran misericordia, porque es mejor andar bajo Su cuidado, bajo Su misericordia. Pero vemos que el autor sigue diciendo que la verdad de Dios se mantiene de generación en generación. Por ese debemos amar este gesto tan grandioso que tiene nuestro Dios en nuestras vidas.

Seamos agradecidos, porque si no fuera porque la misericordia de nuestro Dios estuviera en nosotros, pues aquí ya no estuviéramos. A Dios sea la gloria para siempre.

La misericordia de Dios se renueva cada día

La Biblia nos enseña que las misericordias de Dios son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3:22-23). Esto significa que, al despertar, recibimos nuevamente la oportunidad de experimentar el amor y el perdón de nuestro Señor. Aunque hayamos fallado, Dios vuelve a mostrarnos Su bondad. Este detalle nos recuerda que nuestra relación con Él no se basa en méritos humanos, sino en Su infinita gracia.

¿Cuántas veces hemos sentido que ya no hay salida? Sin embargo, justo en ese momento, la misericordia de Dios aparece para darnos nuevas fuerzas. Tal como dice el salmista: «El Señor es mi pastor, nada me faltará» (Salmos 23:1). La misericordia de Dios no conoce límites, y esa es una razón poderosa para vivir agradecidos.

Un Dios que no cambia

El pasaje de Salmos 100:5 también resalta que Su verdad permanece de generación en generación. Esto quiere decir que lo que Dios prometió a Abraham, Isaac, Jacob, David y a tantos hombres y mujeres de fe, también está disponible para nosotros hoy. No es un Dios cambiante que se arrepiente de Sus promesas, sino un Padre fiel que cumple lo que dice. Su bondad y Su misericordia son tan estables como el sol que amanece cada mañana.

En tiempos modernos, cuando todo parece inestable, podemos descansar en la seguridad de que el amor de Dios no depende de modas, culturas ni situaciones políticas. Él sigue siendo el mismo Dios misericordioso que escuchó a Sus hijos en el pasado y que hoy sigue obrando con poder.

La respuesta que debemos dar

Ante tanta bondad, ¿qué debemos hacer nosotros? La respuesta es clara: debemos vivir agradecidos y honrar Su nombre. La gratitud hacia Dios no se expresa solamente con palabras, sino también con una vida obediente. Cuando reconocemos Su misericordia, debemos compartirla con otros a través de actos de amor, perdón y compasión. Así como Él nos ha perdonado, debemos también extender esa misericordia a los demás.

El apóstol Pablo escribió que debemos presentarnos como «sacrificio vivo, santo y agradable a Dios» (Romanos 12:1). Esa es nuestra verdadera forma de adorar, y es la mejor manera de agradecer la bondad de nuestro Padre celestial.

Conclusión

Decir que Dios es bueno se queda corto, pues en realidad Su bondad es infinita. Él nos cuida, nos protege, nos perdona y nos acompaña en cada paso de nuestras vidas. Su misericordia se extiende por los siglos, y Su verdad permanece de generación en generación. Que nunca olvidemos agradecerle por este regalo tan grande. Que nuestras vidas reflejen Su amor, y que en todo momento podamos proclamar con el salmista: «Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones».

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