Dios escucha al justo y lo libra de su angustia

Dios es fiel, justo y verdadero, tan justo que nos ayuda a seguir adelante, a estar tranquilos en medio de las adversidades. El justo nunca será desamparado, quien atiende el llamado de Dios siempre será bendecido grandemente y tendrá el cuidado del Señor.

Todos los días el justo es librado de angustia, de momentos duros enviados por el enemigo para que el creyente deje de confiar en el Señor. Sin embargo, el que permanece firme en Dios descubre que aun en la tormenta hay paz, porque el Señor es su fortaleza. Por eso debemos confiar en nuestro Dios justo y misericordioso. La Biblia nos muestra una y otra vez cómo el Señor se deleita en escuchar a aquellos que le temen y buscan Su rostro con sinceridad.

Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.

Salmos 34:17

Este versículo fue escrito por David en un momento en el que era perseguido. Confiar en el Señor era lo mejor que podía hacer este hombre en ese instante de su vida. En medio del peligro y la incertidumbre, David eligió clamar, y ese clamor no fue ignorado, porque el Dios de Israel es un Dios que oye. David aprendió que, aun cuando todo parecía perdido, podía alzar su voz al cielo y ser escuchado por el Dios eterno.

¿Por qué Dios le daría la victoria? Porque claramente dice que Jehová oye a los justos. Y si Dios oye, también responde. Él escucha para ayudarlos, para darles nuevas fuerzas, para levantarlos cuando caen, para librarlos del lazo del cazador y de toda trampa del enemigo. El Señor no es indiferente al sufrimiento de los suyos, al contrario, está atento a cada detalle y obra en el momento oportuno. De aquí aprendemos que debemos confiar plenamente en Su amor y Su fidelidad.

El clamor del justo no es simplemente un grito de desesperación, sino una oración confiada que reconoce la grandeza de Dios y su dependencia de Él. Por eso, cuando clamas con fe, estás abriendo la puerta para que el Señor actúe de manera poderosa en tu vida. No siempre la respuesta será inmediata, pero la promesa es segura: Dios escucha y libra de todas las angustias.

Miremos la vida de otros siervos de Dios. Daniel clamó cuando fue arrojado al foso de los leones, y el Señor cerró la boca de esas fieras. Ana clamó con lágrimas en el templo por un hijo, y Dios respondió dándole a Samuel. Pedro, en prisión, experimentó el poder de la oración de la iglesia, y un ángel lo sacó milagrosamente de las cadenas. En todos estos ejemplos vemos la verdad de este salmo: Jehová oye a los que son suyos.

Por lo tanto, si deseas que Dios escuche tu clamor, camina en rectitud. No significa ser perfecto, pero sí vivir una vida de obediencia, buscando la justicia y apartándote del mal. Cumple Sus mandamientos, haz lo posible por agradarle en todo momento, y verás cómo la mano de Dios se mueve a tu favor. La justicia del hombre no viene de sus propias obras, sino de Cristo, quien nos hizo justos por medio de Su sacrificio en la cruz.

La promesa sigue en pie: Dios escucha al justo y lo libra de todas sus angustias. Puede que enfrentes pruebas, enfermedades, escasez o persecuciones, pero el Señor no te dejará solo. Él es tu escudo, tu pronto auxilio en las tribulaciones, tu refugio seguro en medio de la tormenta. Cree esta verdad y guárdala en tu corazón, porque el Dios que libró a David, a Daniel, a Ana y a Pedro, es el mismo Dios que hoy sigue librando a los que claman a Él con fe.

Palabras finales: ¿Quieres que Dios escuche tu clamor? Entonces levanta tu voz con fe y no dejes que las dudas te detengan. Vive cada día buscando la justicia de Dios, rindiendo tu corazón en obediencia, y confía en que Él hará lo que es mejor. No olvides que tus lágrimas no caen al suelo en vano, porque hay un Dios en el cielo que las recoge y las transforma en respuesta. Camina en Su luz, y verás que la victoria que tanto esperas vendrá de la mano de tu Señor. Dios es fiel, y no desampara a los que en Él confían.

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