El Señor es grande y misericordioso, nunca dejemos de creer que Dios es quien suple nuestras necesidades, es quien nos ayuda. Dios en sus manos tiene el sustento del justo, es quien ve las necesidades que el justo tiene en su día a día. Hermanos, debemos creer en el Señor porque Él es justo y Su bondad es para siempre.
El hombre justo también debe andar bajo los estatus del Señor, ser sabio y obedecer ante todo los mandatos del Señor. En el capítulo 10 del libro de los proverbios en su verso 3, el proverbista dice lo siguiente:
Jehová no dejará padecer hambre al justo; Mas la iniquidad lanzará a los impíos.
Proverbios 10:3
Es muy importante que andemos rectos delante de Dios, porque Sus bendiciones son buenas y perfectas, es por eso que también el proverbista habla de que la iniquidad lanzará a los impíos. Pero, ¿qué quiere decir este proverbio? Habla de aquellas personas que eran despiadadas y que no les importaba cometer cualquier tipo de acto. Estos no podían alcanzar las bendiciones del Señor.
El impío no conoce lo que es la justicia de Dios, no respeta los estatutos de Dios, no hace la voluntad de Dios, ya que todos sus pensamientos son siempre maldad.
Es por eso que todo aquel que es justo, que conoce la justicia de Dios, recibirá de Dios misericordia, y serán bendecidos grandemente, porque las bendiciones de Dios les alcanzará y cubrirá todas sus necesidades. Este es nuestro Dios justo y fiel.
Cuando el proverbista asegura que “Jehová no dejará padecer hambre al justo”, no está hablando únicamente del pan físico, sino también del alimento espiritual. Dios se encarga de suplir lo que necesitamos en el momento oportuno. La vida cristiana está llena de testimonios de hermanos que, aun en medio de la escasez, nunca les faltó lo necesario. El mismo Jesús enseñó en el sermón del monte que no debemos afanarnos por lo que hemos de comer o vestir, porque nuestro Padre celestial sabe de qué cosas tenemos necesidad (Mateo 6:31-33). Esto nos recuerda que la provisión de Dios es integral: tanto para el cuerpo como para el alma.
El justo, además de confiar, debe ser obediente. No podemos esperar el sustento divino si vivimos alejados de la voluntad de Dios. La justicia que agrada al Señor no es simplemente una etiqueta, sino un estilo de vida que se manifiesta en cada decisión. Es caminar con rectitud, ser íntegros en el trabajo, amar a la familia, cuidar lo que el Señor nos ha dado, y sobre todo, honrarle en todo momento. Cuando vivimos de esa manera, estamos bajo Su cobertura y Su provisión.
En cambio, la iniquidad trae consecuencias inevitables. El impío, aunque acumule riquezas, siempre vivirá en vacío, porque se aparta del camino del Señor. Proverbios contrasta estos dos caminos para mostrarnos que la única vida plena es aquella que se rinde a la justicia de Dios. Aun si los justos atraviesan pruebas o temporadas difíciles, siempre verán la mano de Dios sosteniéndolos y nunca estarán solos.
Palabras finales
Querido lector, recuerda que Dios es fiel y justo. Él promete que no desamparará al justo ni permitirá que falte lo necesario en su vida. Tal vez hoy enfrentas necesidades, preocupaciones económicas o cargas que parecen muy pesadas, pero no olvides que Dios cuida de ti. Mantente firme en Sus estatutos, camina en obediencia y confía en que Su provisión llegará en el tiempo preciso. No vivas con temor al mañana, porque tu Padre celestial tiene cuidado de ti. Levanta tus ojos al cielo, confía en Su bondad, y cree en esta promesa: Jehová no dejará padecer hambre al justo. Descansa en esa verdad y permite que tu fe se fortalezca cada día más.