Sanidad perfecta

¿Por qué una sanidad perfecta? Porque cuando Dios sana a una persona y ese persona se aleja de los caminos de Dios es muy difícil que retire la sanidad que hizo con esa personas.

Muchos dicen que cuando Dios sana una persona y esa persona se aparta de los caminos de Dios, Dios le devuelve la enfermedad, pero no es así.

Debemos escudriñar las Escrituras, estudiarlas de manera profunda para no caer en errores a la hora de emitir ciertos comentarios.

Existen varios ejemplos de personas que fueron sanadas por Jesús a su paso por los diferentes pueblos. Cuando el Señor sanaba a alguien le decía «vete, tu fe te ha salvado». Él no les decía «recuerda que si te vas de mis caminos te volverás a enfermar», esa persona se iba o seguía a Jesús al igual que la multitud.

47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta,
vino temblando,
y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado,
y cómo al instante había sido sanada.

48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.

Lucas 8:47-48

En este ejemplo podemos observar lo habíamos comentado en el párrafo anterior, esta mujer fue sanada y Jesús le dijo que se fuera en paz, en ningún momento le dijo «si te separas de mí el flujo de sangre te volverá», ¡no!, Jesús solo le dijo: ve en paz.

También podemos mostrar otro ejemplo en la Biblia, el de los diez leprosos, que Jesús los sanó y sólo uno volvió para dar gracias a Dios por el milagro que había ocurrido en ellos. Pero los otros nueve se fueron. Ahora bien, ¿Jesús en algún momento dijo que el milagro que había hecho a esos hombres sería devuelto? No.

14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes.
Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.

15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado,
volvió, glorificando a Dios a gran voz,

17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?

18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?

19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

Lucas 17:14-19

Este ejemplo podemos ver que al igual que la mujer del flujo de sangre el Maestro sólo le dijo «vete, tu fe te ha salvado». Jesús no dijo nada más sobre aquellos nueve que nunca regresaron para dar gloria a Dios.

Por eso es bueno que solo creamos a la Biblia y no a las cosas que la gente dice en las calles, aquellos que no leen ni estudian la palabra santa de Dios, porque es allí que podemos encontrar toda la verdad.

Palabras finales

La sanidad que Dios otorga es un reflejo de Su carácter: perfecto, eterno y lleno de amor. Cuando el Señor obra en una persona, lo hace de manera completa, y aunque esa persona pueda apartarse o no vivir conforme a Sus caminos, el milagro sigue siendo un testimonio de la gracia divina. Esto nos enseña que la fidelidad de Dios no depende de nuestra fidelidad, sino que Él actúa conforme a Su misericordia.

Sin embargo, es importante entender que toda sanidad debe llevarnos a un compromiso mayor con Dios. No se trata solamente de recibir un milagro físico y continuar con la vida como si nada hubiese pasado. Al contrario, la sanidad es una oportunidad para acercarnos más al Señor, para reconocer que Él es nuestro Salvador y que sin Su ayuda no podemos vivir en plenitud. La mujer del flujo de sangre no solo fue sanada físicamente, sino que recibió paz; el leproso que volvió no solo fue limpiado, sino que halló salvación.

Dios no devuelve la enfermedad como castigo, pero sí permite que las consecuencias de apartarnos de Él nos alcancen. El enemigo siempre buscará oprimir, pero la diferencia es que el creyente que permanece en el Señor tiene la seguridad de Su cuidado y Su gracia. Por eso, lo más sabio que podemos hacer es permanecer en comunión constante, no solo buscando milagros, sino buscando al Dios de los milagros.

El llamado final es este: confiemos en la perfecta obra de Cristo, creamos en la sanidad que Él ofrece, no solo para el cuerpo, sino también para el alma. Sigamos caminando en obediencia, dando gloria a Dios en cada paso, y recordando que todo lo que Él hace es para bien. Si has recibido una sanidad, no lo olvides jamás: levántate, ve, y da gloria a Dios, porque tu fe te ha salvado.

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