La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada

La mujer que teme al Señor actúa con gran sabiduría, es una luchadora obediente al Señor, es honrada, es alabada por los demás por su buen comportamiento y por su dedicación en la obra del Señor.

El temor al Señor es lo que ayuda a que Su gracia y misericordia le acompañen siempre, porque con la sabiduría que obtiene de lo alto puede cuidar su casa y su familia.

Veamos lo que nos dice el libro de proverbios sobre la mujer temerosa a Dios:

Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.

Proverbios 31:30

El libro de Proverbios es un libro de versos que fueron escritos por un hombre cuya sabiduría fue dada por el mismo Dios, pues su sabiduría y sus hazañas llegaron a oídos de todos por todo lugar. En este versículo que vimos anteriormente se confirma lo que dijimos en los párrafos iniciales de este artículo, y es algo que se repite por todo el libro de los proverbios: El temor al Señor nos da sabiduría y nos ayuda en nuestro día a día.

La mujer que teme a Dios, ésta cuidada todo a su alrededor, anda con cuidado, vela por que la palabra de Dios se cumpla en su casa y en su vida.

La mujer que teme al Señor, siempre está pendiente de que la gracia de Dios esté sobre ella y los que están a su alrededor. Así que, mujer, mantén ese temor delante del Señor, que Su gracia descienda cada día sobre ti y se manifieste siempre en ti.

El ejemplo de una mujer que teme al Señor lo vemos reflejado también en la vida de muchas mujeres de la Biblia, como Sara, quien obedecía y confiaba en la promesa de Dios aun cuando las circunstancias parecían imposibles. También podemos mencionar a Rut, cuya fidelidad hacia su suegra Noemí y su fe en el Dios verdadero la llevaron a ser parte de la genealogía de Jesús. Estas historias nos demuestran que la virtud y la sabiduría de una mujer temerosa de Dios trascienden el tiempo y dejan una huella imborrable en las generaciones.

Una mujer que teme a Dios no solamente cuida de su familia en lo material, sino que también fortalece la vida espiritual de los suyos. Ella enseña con su ejemplo, dedica tiempo a la oración y busca la dirección divina para tomar decisiones. Este tipo de mujer no se guía por apariencias externas ni por la opinión de los demás, sino que coloca en primer lugar la voluntad del Señor, sabiendo que solo en Él hay verdadera seguridad y propósito.

El mundo actual muchas veces valora lo superficial: la belleza externa, la moda, los bienes materiales. Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda que todo esto es pasajero. Lo que realmente permanece es el carácter formado bajo el temor del Señor. Una mujer que vive de esta manera es ejemplo de fe, de prudencia y de amor, siendo faro de luz en su hogar y también en su comunidad.

Por eso, este llamado no es solo para las mujeres casadas o madres, sino para toda mujer cristiana. Desde la juventud es importante cultivar una relación sincera con Dios, reconocer Su grandeza y caminar bajo Su voluntad. El temor al Señor no significa vivir con miedo, sino con reverencia y obediencia, sabiendo que Su sabiduría siempre será mejor que la nuestra.

La mujer que teme a Dios también recibe honra de parte de los suyos. Sus hijos la reconocen, su esposo confía plenamente en ella, y su comunidad la respeta por su integridad. Esta honra no viene por buscar aplausos, sino como resultado de una vida rendida al Creador. De esa manera, ella cumple con el propósito para el cual fue creada: glorificar a Dios en todo lo que hace.

Querida lectora, si deseas ser una mujer alabada no por lo que aparentas, sino por lo que reflejas de Dios, guarda en tu corazón estas enseñanzas. El temor al Señor es el principio de la sabiduría, y caminar bajo este principio te conducirá a vivir en plenitud y a dejar un legado eterno a tu familia.

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