Mujer de 106 años dice que el secreto de una larga vida es la fe en Dios

Ruth Hilliard, nacida el 5 de junio del año 1913, ha pasado toda su vida dedicada a la enseñanza, puesto que es su gran pasión, incluso, según fuentes, aún imparte clases de historias bíblicas en su iglesia con una edad de 106 años.

Ruth dice que la gran cantidad de años que tiene, cosa poco común en nuestros días, se debe a vivir una vida de fe delante de Dios. Ha tenido la bendición de tener un hijo, tres nietos y un bisnieto.

Ha sido parte de los diferentes cambios que ha sufrido nuestro mundo, pues viene de un tiempo donde la tecnología no estaba tan desarrollada como en la actualidad, pero nada que ver, a pesar de que el mundo ha cambiado, la fe de Ruth Sigue intacta o aún más fuerte que antes.

Ruth destacó que su larga vida es una prueba de que el Salmo 91:15-16 es algo verdadero:

15 Me invocará, y yo le responderé;
Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré.

16 Lo saciaré de larga vida,
Y le mostraré mi salvación.

Incluso, se ha aprendido estos versículos de memoria, ya que no posee la misma vista de hace unos años debido a su larga edad.

La señora Hilliard ha recibido un reconocimiento especial de parte de la Cámara de representantes de Carolina del Norte, Estados Unidos.

La historia de Ruth Hilliard no es solo un dato curioso de longevidad, sino un testimonio vivo de lo que significa permanecer en la fe durante generaciones. Muchas personas buscan el secreto para vivir más años, y recurren a dietas, ejercicios o rutinas especiales. Sin embargo, Ruth enfatiza que lo más importante ha sido su confianza plena en Dios y la decisión de caminar bajo sus principios desde temprana edad. Para ella, cada día de vida ha sido un regalo que confirma las promesas del Señor.

Vivir más de un siglo le ha permitido ser testigo de guerras, cambios culturales, adelantos tecnológicos, movimientos sociales y grandes transformaciones. Pero aunque todo a su alrededor se transformaba, ella nunca se apartó de su fe. Esto nos recuerda lo que dice la Escritura: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). Los tiempos cambian, las sociedades avanzan, pero la Palabra de Dios permanece firme y verdadera.

Es impresionante pensar que, con 106 años, Ruth aún mantiene la pasión de enseñar historias bíblicas a las nuevas generaciones. Mientras muchos a esa edad ya no pueden valerse por sí mismos, ella sigue compartiendo con niños, jóvenes y adultos, transmitiendo valores eternos que nunca pasan de moda. Su ejemplo nos enseña que servir a Dios no tiene fecha de caducidad, y que siempre hay espacio para aportar a la vida de otros.

Otro aspecto admirable de su vida es la herencia espiritual que ha sembrado en su familia. No solo ha sido madre, abuela y bisabuela, sino que ha dejado un legado de fe que trasciende generaciones. Esto conecta con lo que enseña la Biblia en Proverbios 17:6: “Corona de los viejos son los nietos, y la honra de los hijos, sus padres”. Su descendencia es una muestra del fruto de su vida dedicada a Dios.

El reconocimiento de la Cámara de Representantes de Carolina del Norte no solo honra a Ruth como ciudadana ejemplar, sino también como inspiración para muchos que la conocen. Es un recordatorio de que la verdadera grandeza no siempre se mide en títulos o riquezas, sino en una vida íntegra, consistente y llena de fe.

Ruth Hilliard es un ejemplo de que la fidelidad a Dios produce frutos abundantes y duraderos. Sus más de cien años de vida reflejan no solo una bendición personal, sino también un mensaje poderoso para todos nosotros: que una vida cimentada en la fe puede sostenerse aún en medio de los cambios más radicales del mundo. Ella es la viva evidencia de que la promesa de larga vida que Dios da en Su Palabra sigue siendo real y vigente.

Conclusión: La vida de Ruth Hilliard nos invita a reflexionar sobre nuestras prioridades. Podemos vivir muchos años, pero si no están llenos de fe, de amor a Dios y de servicio al prójimo, serán años vacíos. Ruth nos demuestra que sí es posible envejecer con propósito, con esperanza y con un corazón agradecido al Señor. Que su ejemplo nos motive a confiar más en las promesas divinas y a sembrar, día a día, un legado que trascienda en nuestras familias y en nuestra sociedad.

Oración por los pastores
Oración por los hijos