Cuando hablamos de seguridad, muchos piensan en recursos humanos o materiales, pero la verdadera seguridad se encuentra solamente en Dios. La Biblia nos enseña que aquel que confía en el Señor tiene un refugio seguro, un abrigo que el mundo no puede dar. Es por eso que los hijos de Dios podemos afirmar con certeza que bajo Sus alas estamos seguros, y que nada puede apartarnos de Su amor y protección.
Bajo Sus alas estoy más que seguro, pues a nada temo porque toda mi confianza y mi seguridad están en las manos de mi Dios Todopoderoso.
Mi confianza está en el abrigo que el Señor me da, porque porque es el que me protege en momentos de necesidad.
Podríamos tomar el ejemplo de la gallina, que cuando sus crías están corriendo del peligro, ésta las defiende y las cubre, poniéndolas debajo de ella, para que estos estén seguras. Esto también sirve para cuidarlas del frío, pues con sus plumas las calienta y las cubre por completo.
Si una gallina puede hacer esto, entonces ¿qué podemos decir de nuestro Dios quien nos creó y que conoce todas las cosas?. Él también nos cubrirá y nos cuidará en todo momento, sin duda alguna Él será siempre nuestro abrigo en la tempestad, un refugio que nos cuidará del enemigo.
1 El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.
Salmos 91:1-2
Las palabras de los versículos anteriores nos ayudan a confiar en nuestro Dios. ¿Por qué? Porque es la promesa que tenemos de nuestro Dios hacia nosotros, si moramos bajo esa sombra no tendremos temor de nada, porque Él nos protegerá de toda asechanza del maligno. Así que, Dios es nuestro abrigo fuerte, procuremos siempre morar bajo Su sombra.
Este pasaje de los Salmos es uno de los más citados en tiempos de dificultad, porque nos recuerda que no estamos solos. Habitar bajo el abrigo del Altísimo significa tener una relación cercana con Él, permanecer en Su presencia y confiar plenamente en que Su voluntad es perfecta. No se trata solo de conocer a Dios de manera superficial, sino de descansar bajo Su cuidado cada día de nuestras vidas.
Cuando llegan momentos de tormenta, muchas veces buscamos apoyo en lo material, en amigos o incluso en nuestra propia fuerza. Sin embargo, la Biblia nos enseña que el verdadero refugio está en Dios. El ser humano es limitado y puede fallarnos, pero Dios nunca falla. Él nos da paz en medio de la guerra, calma en medio de la tormenta y gozo en medio del dolor. Eso significa vivir bajo Su sombra.
La comparación del salmista con un castillo o fortaleza no es casualidad. En tiempos antiguos, un castillo representaba seguridad, muros altos que protegían a los que estaban dentro de los ataques del enemigo. Así es nuestro Dios: una muralla de protección que guarda nuestras vidas del mal. Quien confía en el Señor tiene un refugio impenetrable que el enemigo no puede derribar.
El Señor no promete que no vendrán dificultades, pero sí promete que estará con nosotros en cada batalla. En Isaías 41:10 encontramos otra gran promesa: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Estas palabras refuerzan lo que ya hemos visto en el Salmo 91, recordándonos que Su presencia es nuestro amparo constante.
Por eso, querido lector, no temas lo que venga. Si tu vida está en las manos de Dios, puedes tener la seguridad de que Él te guardará bajo Sus alas, te cubrirá y te sostendrá. Así como el polluelo encuentra calor y protección bajo las alas de la gallina, así nosotros encontramos descanso en los brazos de nuestro Padre celestial.
En conclusión, vivir bajo la sombra del Omnipotente es más que una metáfora: es una realidad para quienes confían en Él. Cada día podemos experimentar Su cuidado, Su abrigo y Su amor. No hay refugio más seguro que el que nos ofrece nuestro Dios. Procuremos entonces acercarnos más a Él, depender de Su gracia y mantenernos firmes en la fe, confiando que bajo Sus alas estamos eternamente protegidos.