Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

Alabaré al Señor porque Él es bueno con nosotros, porque Él nos recibe cuando vamos delante de Él. Demos gracias y alabanzas a Dios porque vivimos y estamos de pie gracias a Él.

Tenemos un Dios tan grande, que cuando le necesitamos, Él siempre está disponible para ayudarnos. Al expresarle nuestras necesidades, Él nos escucha y nos da la solución. Por eso es que debemos alabar a nuestro Dios grande y poderoso, Él no se olvida de nosotros, a Él daré mis alabanzas de todo corazón, solo a Él rendiré mi corazón y todo lo que tengo.

En momentos de desesperación nos cansamos y tocamos puertas buscando algún tipo de ayuda material o espiritual, pero a veces nadie sale en nuestro socorro. Pero nos olvidamos que en vez de ir donde humanos, es mejor ir donde Dios, que abrirá la puerta e inclinará sus oídos para escuchar nuestro clamor.

7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

Mateo 7:7-8

Debemos tener plena confianza en nuestro Dios, pues es Él quien tiene la solución a nuestros problemas y sabe obrar en el momento necesario. Solo en Él podemos estar seguros. Así que, alabemos el nombre de Dios porque Sus obras siguen siendo poderosas en nuestras vidas. Clama a Él y esas puerta que anhelas se abrirán en El nombre de nuestro Señor.

Cuando miramos las Escrituras, vemos que los hombres y mujeres de fe siempre tuvieron la certeza de que Dios nunca los desamparó. Abraham creyó en la promesa de un hijo cuando humanamente era imposible; Moisés confió en la voz de Dios para guiar al pueblo en medio del desierto; David, siendo joven, se enfrentó al gigante Goliat sabiendo que no iba en sus propias fuerzas sino en el nombre del Señor. Todos ellos experimentaron que Dios abre puertas que ningún hombre puede cerrar, porque su confianza estaba puesta únicamente en Él.

Hoy en día, nosotros también necesitamos cultivar esa misma fe y esa misma certeza. El mundo nos ofrece muchas puertas que parecen buenas, pero en realidad llevan a la decepción o al vacío. En cambio, cuando vamos a la presencia de Dios en oración, encontramos la salida verdadera. Orar es hablar con nuestro Padre celestial, abrirle el corazón y confiar en que Él tiene cuidado de cada detalle de nuestra vida. El Señor no nos pide sacrificios imposibles, solo nos pide confianza, gratitud y alabanza sincera.

Muchas veces nos impacientamos porque las respuestas no llegan en el momento que queremos. Sin embargo, Dios obra en Su tiempo perfecto. Él conoce lo que necesitamos antes de que lo pidamos, y sabe si lo que pedimos realmente nos conviene. Es por eso que debemos mantenernos constantes en la oración, perseverando en la fe, y agradeciendo aun cuando la respuesta parezca tardar. Recordemos que Su demora nunca es un olvido, sino parte de Su plan de amor.

Alabar al Señor no es solamente cantar con nuestra voz, también es vivir una vida que honre Su nombre. Cada acto de obediencia, cada palabra de bondad, cada gesto de generosidad es una forma de adoración. Cuando decidimos depender de Dios y darle a Él el primer lugar en nuestras vidas, entonces nuestras alabanzas cobran un sentido mucho más profundo. Ya no son palabras vacías, sino un testimonio vivo de que creemos en un Dios real que abre puertas, sana corazones y transforma vidas.

Por eso, querido lector, si hoy te sientes sin salida, recuerda esta promesa: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». No dejes que el desánimo te robe la fe. Levanta tu mirada, eleva tu oración, confía en que Dios escucha cada palabra que sale de tus labios. Él es fiel, y en su momento perfecto, abrirá la puerta correcta para ti. Mientras tanto, no dejes de alabarle, porque la alabanza abre los cielos y prepara el camino para la respuesta.

En conclusión, tengamos la seguridad de que Dios es nuestro refugio y nuestro socorro. La Biblia nos recuerda que el que pide recibe, el que busca halla y al que llama se le abrirá. Vivamos con esa esperanza, manteniendo un corazón agradecido y una vida de adoración. Dios no se ha olvidado de ti, al contrario, Él está esperando que confíes en Su poder para obrar. Así que sigue adelante, sigue alabando, sigue creyendo, porque el Señor abrirá la puerta que tanto necesitas.

Dios está tocando la puerta de tu corazón, ábrela y Él entrará
Un refugio sin igual, este es el que Dios nos brinda