Nuestro Dios nos da un refugio que que ningún hombre nos pueda dar, un refugio seguro y que recibir con todo el amor.
Nuestro Dios es maravilloso, Su amor y Su misericordia son las que cada día nos sustentan, nos amparan, y nos animan a seguir luchando.
Una persona sin refugio del Señor es como una casa sin fundamento, esta casa sin zapata o cimiento cae fácilmente al llegar una tempestad. Pasaría al contrario teniendo a nuestro Dios como nuestro refugio, que nos protege de todo mal que pueda venir.
Dios será es nuestro sustento, es quien nos sostiene en todos nuestros problemas. Cuando a vamos a Dios por refugio, él nos acepta, nos deja entrar y nos ofrece esa protección y fortaleza que en ningún otro podemos encontrar.
7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás.
8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.Salmos 32:7-8
Estas eran las palabras que el salmista David podía decir, este hombre pronunciaba palabras de confianza hacia Dios, porque su confianza en Dios siempre permanecía.
En este salmo podemos ver que David claramente está siendo agradecido, porque siempre estaba rodeado con cánticos de alabanza. El camino del Señor era seguro para con David y por eso el salmista decía: Tú eres mi refugio.
Cuando hablamos de Dios como nuestro refugio, hablamos de un lugar donde hay paz, seguridad y consuelo. Muchas veces el ser humano busca refugios temporales en amistades, en riquezas o incluso en sus propias fuerzas, pero tarde o temprano esos refugios fallan. En cambio, el refugio que nos da el Señor es eterno, inquebrantable y lleno de esperanza.
La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que encontraron en Dios ese refugio seguro. Moisés, cuando el pueblo de Israel fue perseguido por Faraón, clamó al Señor y vio abrirse el Mar Rojo. Ana, en medio de su angustia por no poder tener hijos, fue al templo y encontró en Dios consuelo y respuesta. De igual forma, nosotros hoy podemos acudir a ese refugio que nunca se desgasta ni se cierra para quienes lo buscan de corazón.
El mismo Jesús nos invita a descansar en Él, diciendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Este pasaje confirma que en Cristo tenemos un refugio verdadero, donde encontramos descanso para nuestra alma cansada y paz en medio de la tormenta.
Al considerar a Dios como nuestro refugio, también aprendemos que no se trata solo de protección, sino de dirección. El pasaje de Salmos 32 nos recuerda que Dios mismo promete enseñarnos el camino en que debemos andar. Esto significa que el refugio del Señor no es únicamente un lugar de resguardo, sino también un lugar donde recibimos guía y sabiduría para tomar las mejores decisiones en la vida.
Por eso, es importante que cada creyente cultive una relación íntima con Dios a través de la oración y la lectura de la Palabra. Cuanto más conocemos a Dios, más confiamos en que Su refugio es seguro. En los momentos de ansiedad, de enfermedad, de incertidumbre económica o familiar, podemos recordar que Su promesa es fiel: Él nos guarda de la angustia y nos rodea con cánticos de liberación.
Podemos preguntarnos: ¿a dónde corremos cuando estamos en problemas? Si corremos a Dios, hallaremos paz; si corremos a los refugios humanos, solo encontraremos decepción. Por eso, el llamado es a reconocer que nuestra seguridad está en el Altísimo, como dice el Salmo 91:1: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”.
Querido lector, haz de Dios tu refugio en todo momento. No esperes a que lleguen las tormentas de la vida para buscarlo. Acércate hoy, confía en Él y permite que Su amor te cubra. Descubrirás que, bajo Su amparo, no hay temor que pueda vencerte ni prueba que pueda destruirte.
En conclusión, Dios es nuestro refugio seguro, aquel que nunca falla, que siempre está dispuesto a recibirnos con amor y a rodearnos con cánticos de liberación. Sigamos el ejemplo de David, que en medio de sus luchas y victorias reconocía que solo en Dios estaba su verdadera protección. Hagamos nosotros lo mismo y vivamos confiados en que bajo Sus alas estamos seguros.