Bienaventurado el que escucha a Dios

Nuestro artículo estará basado en algunos versos del capítulo 8 del libro de Proverbios, un pasaje lleno de profundidad espiritual. Este capítulo, que contiene 36 versículos, nos habla sobre la excelencia de la sabiduría, pero no de una sabiduría meramente humana o terrenal, sino de una sabiduría celestial que proviene de Dios y que transforma la vida del creyente. La sabiduría de la que habla Salomón no se limita a acumular conocimientos o experiencias, sino que se centra en el temor del Señor y en vivir bajo sus principios eternos.

El predicador Campbell Morgan expresó sobre este capítulo unas palabras llenas de verdad y reverencia:

“No hay nada más grande o más grandioso en toda la literatura bíblica, como el hecho de exponer la belleza y gracia de esa sabiduría que tiene el temor de Jehová como su parte principal.”

Y es que al meditar en estas palabras, comprendemos que la sabiduría que proviene de lo alto no puede compararse con los logros intelectuales de este mundo. Pensemos por un momento: ¿cuántos hombres considerados sabios en la historia humana han pasado por este mundo dejando huellas en la ciencia, la filosofía o las artes? Sin embargo, la mayoría de ellos, sin conocer a Dios, jamás alcanzaron la verdadera sabiduría. Por el contrario, cuántos que el mundo ha considerado imprudentes, pobres o ignorantes, han sido verdaderamente sabios a los ojos de Dios, porque han vivido temiendo a Jehová y obedeciendo sus mandamientos.

El mismo Salomón, autor de Proverbios, nos deja estas palabras al final del capítulo 8:

34 Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas.

35 Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová.

36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte.

Proverbios 8:34-36

En este pasaje la sabiduría es personificada, hablándole directamente al hombre. Se nos presenta a dos tipos de personas: aquel que busca la sabiduría, que se acerca cada día a las puertas del conocimiento divino y permanece vigilante, y aquel que rechaza ese llamado, prefiriendo los caminos de la necedad. El primero alcanza vida y favor de parte de Dios, mientras que el segundo camina hacia la ruina y la muerte espiritual.

Esto mismo lo vemos reflejado en nuestras iglesias hoy día. Existen creyentes que buscan de la sabiduría de Dios solamente cuando alguien les presenta un estudio bíblico o una enseñanza, lo cual es bueno, pero limitado. Y existen otros que van más allá, que obedecen el llamado del Señor y, por sí mismos, se acercan cada día a las Escrituras, a la oración y a la comunión íntima con Dios. Estos últimos son los que realmente hallan vida en abundancia y el favor divino.

El texto también nos deja una verdad fundamental: el favor del Señor es más valioso que la vida misma. Nada en este mundo se compara con la gracia y el respaldo de Dios. Sus bendiciones no son pasajeras como las estaciones del año, sino firmes y seguras porque Él no cambia. El que camina en la sabiduría celestial experimenta paz, dirección y victoria aun en medio de las pruebas.

Por otro lado, el que desprecia esta sabiduría está escogiendo un camino de muerte. El que prefiere las cosas vanas del mundo, el pecado y la desobediencia, está rechazando la vida que Dios ofrece. Rechazar la sabiduría es, en palabras de Salomón, defraudar el alma propia, condenarse a sí mismo por amar aquello que conduce a la perdición.

Querido hermano, el capítulo 8 de Proverbios nos invita a valorar la sabiduría que proviene del cielo. No se trata de acumular información, sino de vivir en el temor del Señor, obedeciendo sus mandamientos y buscando cada día su guía. Acerquémonos a las puertas de la sabiduría, toquemos con humildad y seremos recibidos. Quien busca con sinceridad hallará vida y favor delante de Dios.

Que podamos ser de aquellos que, como dice el versículo 34, velan cada día a las puertas del Señor, aguardando en obediencia, confiando en que en Él encontraremos todo lo que necesitamos. No desprecies esta sabiduría, porque ella es vida, fortaleza y salvación para tu alma.

Jehová es mi luz y mi salvación
Niéguese a sí mismo, y siga a Jesús