Este artículo está basado en algunos versos de Isaías 60, un pasaje lleno de luz, esperanza y restauración. El capítulo anterior (Isaías 59) describe el pecado del pueblo, su rebelión y la oscuridad en la que estaban sumidos. Por eso recomiendo leerlo antes, ya que entenderemos mejor el contraste: de la profunda tiniebla en la que vivían, Dios hace nacer una luz gloriosa sobre su pueblo. Esa es la misericordia de nuestro Señor, quien transforma el lamento en gozo y la derrota en victoria.
1 Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.
Isaías 60:1-3
Estos versículos son ampliamente conocidos, especialmente el primero: «Levántate, resplandece». Muchos cantos y mensajes cristianos han surgido a partir de estas palabras, porque transmiten esperanza y vida. Sin embargo, si solo los interpretamos desde un ángulo humano, corremos el riesgo de perder el verdadero mensaje: la gloria que resplandece no es nuestra, sino de Dios mismo. El brillo no nace en nosotros, sino que es el reflejo de Su gloria manifestada en nuestras vidas.
Lo primero que debemos entender es que la luz tiene sentido porque antes había oscuridad. En Isaías 59 se describe claramente esa oscuridad: el pueblo se había apartado del Señor, practicaba la injusticia, la violencia y la idolatría. Estaban en tinieblas no por accidente, sino como resultado de sus pecados. Y en esa condición de perdición, Dios muestra su misericordia y anuncia: «Ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti». No eran inocentes, sino culpables, pero Dios los rescata.
Esta verdad también aplica a nosotros. Estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, caminábamos en la oscuridad del mundo, sin esperanza y sin Dios. Pero la luz de Cristo brilló en nuestra vida. Como dice el evangelio de Juan: «La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella». No fue porque nosotros buscáramos a Dios primero, sino porque Él tuvo misericordia y vino a nuestro encuentro.
El llamado «levántate» implica acción. Dios no quiere que sigamos postrados en el pecado, en la apatía o en la desesperanza. Él nos llama a levantarnos con fe, a resplandecer en medio de un mundo lleno de oscuridad. Esto significa que debemos reflejar la gloria de Dios en nuestro carácter, en nuestras palabras y en nuestras obras. No es un resplandor artificial, sino la evidencia de que Cristo vive en nosotros.
El verso 2 es muy claro: «Tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones». Esta es la realidad de un mundo sin Dios. Basta mirar alrededor para darnos cuenta de la violencia, la corrupción, la falta de esperanza y el vacío espiritual que reina en las naciones. Pero en contraste, dice el texto: «Mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria». ¡Qué promesa tan gloriosa! En medio de la confusión del mundo, el pueblo de Dios es llamado a ser portador de Su luz.
El versículo 3 añade algo más: «Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento». Esto nos muestra que cuando la iglesia refleja verdaderamente la gloria de Cristo, los que viven en tinieblas son atraídos hacia esa luz. Así como una lámpara en la oscuridad guía a los caminantes, así la presencia de Cristo en nosotros atrae a otros hacia la salvación. No se trata de nuestra propia fama, sino de que la luz de Jesús brille a través de nosotros.
Querido lector, este pasaje es una invitación para ti. Dios te dice hoy: «Levántate, resplandece». No importa cuál haya sido tu pasado, si estabas en oscuridad o en pecado, Cristo ha hecho resplandecer Su luz sobre ti. No sigas postrado, no vivas como si no tuvieras esperanza. Su gloria ha nacido sobre ti, y ese es motivo suficiente para caminar con fe y para reflejar Su luz al mundo.
Que podamos levantarnos cada día con la certeza de que Cristo es nuestra luz, y que podamos resplandecer en medio de las tinieblas, para que otros también sean alcanzados por Su gloria y salvación. Amén.