En medio de las pruebas me gozaré en el Señor

Hermanos, Cristo dijo bien claro que tendríamos pruebas y que nuestro camino en la fe no sería fácil, pero con todo debemos creer en Él, porque Él es nuestra esperanza. El mismo Señor advirtió que en el mundo tendríamos aflicciones, pero también nos dio la promesa de que confiáramos, porque Él ha vencido al mundo. Esta verdad nos recuerda que no estamos solos en medio de las dificultades, que las pruebas no son una señal de abandono, sino una oportunidad para experimentar más de cerca la fidelidad de Dios.

Las pruebas no nos pueden separar de Dios, tampoco tienen el poder de hacernos dudar de Su grandeza, a menos que nosotros lo permitamos. Por eso debemos confiar en el Señor con todo el corazón, depositando nuestras cargas en Él y descansando en Sus promesas. Cada prueba tiene un propósito, aunque muchas veces no lo entendamos en el momento. Dios usa esas situaciones para moldear nuestro carácter, fortalecer nuestra fe y llevarnos a depender más de Su gracia.

Sabemos que las pruebas no son fáciles; muchas veces nos sacan lágrimas, nos quitan fuerzas y hasta nos hacen sentir que no podemos más. Sin embargo, si Dios está con nosotros, saldremos victoriosos, porque el Dios Todopoderoso nos ayuda y limpia nuestro camino. Es en medio de las adversidades donde aprendemos a reconocer Su grandeza y Su poder. Y aunque parezca contradictorio, las pruebas traen consigo mejores cosas, pues producen paciencia, humildad y madurez espiritual. No se trata de sufrir por sufrir, sino de descubrir la gloria de Dios en medio del dolor.

sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones.

1 Tesalonicenses 2:4

El apóstol Pablo sabía que ser probado por Dios es un honor. Dios examina nuestros corazones, no para condenarnos, sino para perfeccionarnos y hacernos aptos para el propósito que nos ha encomendado. Así como un maestro prueba a su alumno para verificar que ha aprendido, así también el Señor nos prueba para enseñarnos y confirmar nuestra fe. Este versículo nos enseña que nuestra meta no debe ser agradar a los hombres, sino agradar a Dios, que es quien examina con pureza nuestras intenciones.

Recordemos entonces que si Dios permite la prueba es porque también nos dará la salida y la fortaleza para soportarla. Él nunca nos dejará caer al vacío, sino que nos levantará con un espíritu renovado y restaurado para que continuemos con nuestras buenas obras delante de Él. En cada prueba, Dios está más interesado en nuestra fidelidad que en nuestra comodidad. Quiere formar en nosotros un carácter que refleje a Cristo y que pueda llevar el evangelio con integridad al mundo.

Somos probados y examinados no para exhibirnos delante de los hombres, sino para servir a Dios con sinceridad. La prueba purifica nuestras motivaciones, apartando de nosotros el orgullo, la autosuficiencia y todo aquello que nos aleja de Su voluntad. De esa manera, Su Palabra y Su grandeza son reconocidas en nuestras vidas, y las demás personas pueden ver en nosotros el testimonio vivo de un Dios que salva, fortalece y transforma.

Así que, hermanos, cuando estemos siendo probados, no desfallezcamos ni murmuramos contra Dios. Al contrario, seamos fieles delante de Él, demos gracias por las pruebas y pidamos fortaleza para resistirlas. Recordemos que la Biblia dice que Dios no nos pondrá carga que no podamos llevar, porque Él conoce nuestros corazones y sabe hasta dónde podemos resistir. Si las pruebas llegan, es porque hay un propósito mayor detrás de ellas, y si somos sabios, las atravesaremos con gozo, sabiendo que después de la tormenta siempre llega la calma.

Conclusión: Las pruebas son parte del caminar cristiano, pero no deben ser motivo de derrota, sino de esperanza. En ellas aprendemos a confiar más en Dios, a depender menos de nosotros mismos y a valorar la obra de Cristo en nuestras vidas. No temas cuando la prueba llegue; más bien mírala como una oportunidad para crecer en fe, para ser purificado y para testificar del poder de Dios. Seamos fieles en la prueba, porque el mismo Señor que permite el fuego es el que nos guarda en medio de las llamas. Y al final, daremos gloria a Aquel que nos hizo más que vencedores en Cristo Jesús.

Tú eres mi roca y mi castillo
Le amamos a Él, porque Él nos amó primero