Icono del sitio Restablecidos

En tierra seca y árida Dios deposita Su lluvia

Nosotros como hijos de Dios, recibimos ricas y abundante bendiciones de Él, pero también a veces nos descuidamos en nuestras vidas espirituales tanto que vamos decayendo poco a poco, y ya no estamos cerca de Dios aunque Dios nunca se ha alejado de nosotros.

Por eso no debemos descuidarnos porque el enemigo de las almas está acechando cualquier descuido para atacarte y ser tu acusador. Pero algo más que puedes hacer en medio de ese problemas es humillarte y clamar al Señor para que envíe fuerzas y llene tu espíritu para que puedas caminar y avanzar en la lucha que día a día nos enfrenta.

Las dificultades son parte de nuestras vidas, no temamos a nada de estas cosas porque Dios está con nosotros como poderoso gigante, nada es difícil para nuestro Dios. Pidamos a Él y no nos rechazará y ni nos dejará en vergüenza. Dios es poderoso.

Muchos hombres de la antigüedad sufrieron y fueron maltratados. Ellos también tuvieron su decaída en el camino, pero se humillaban a Dios y pedían a Dios que le fortaleciera para poder seguir en la lucha que les enfrentaba día tras día.

1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

Salmos 42:1-2

Debemos cada día clamar al Señor porque de Él viene todo lo que somos. Dios es nuestra fortaleza, nuestro sustento sólo viene de Él. Debemos acudir a Él todos los días.

Vigilancia espiritual en medio de la lucha

La vida cristiana no es un camino sin obstáculos, sino un constante llamado a la vigilancia. El descuido espiritual abre puertas al enemigo, quien siempre busca momentos de debilidad para sembrar dudas, temores o distracciones. De ahí la importancia de mantenernos firmes en oración, lectura de la Palabra y comunión con los hermanos en la fe. La perseverancia es el alimento que mantiene viva la llama de nuestra relación con Dios.

El ejemplo de los hombres de fe

Los testimonios bíblicos nos recuerdan que no estamos solos en nuestras pruebas. Patriarcas, profetas y apóstoles experimentaron momentos de debilidad, pero todos ellos hallaron nuevas fuerzas al clamar a Dios. David, por ejemplo, escribió muchos salmos en medio de la angustia, mostrando que la clave no era evitar la aflicción, sino buscar a Dios con sinceridad en medio de ella. Esa misma actitud es la que debemos cultivar en nuestra vida diaria.

Una relación constante con Dios

Clamar a Dios no es un recurso exclusivo para los tiempos de crisis, sino un estilo de vida que fortalece el espíritu en todo momento. Así como el ciervo busca desesperadamente las aguas, nuestra alma debe anhelar la presencia del Señor cada día. Cuando cultivamos esa dependencia continua, adquirimos la capacidad de resistir las tentaciones, enfrentar los problemas y mantener la esperanza firme en medio de cualquier circunstancia.

Conclusión

No podemos permitirnos el lujo de descuidar nuestra vida espiritual. Dios, en su infinita misericordia, nunca se aparta de nosotros, pero nos corresponde a nosotros acercarnos a Él con fe y humildad. Las luchas vendrán, pero también la ayuda divina. El alma que clama y busca al Señor será fortalecida y renovada. Por eso, mantengamos siempre la oración, la lectura de la Palabra y la confianza en el Todopoderoso como la fuente inagotable de bendición y fortaleza.

Un solo cuerpo
7 Versículos que nos invitan a dar gracias a Dios
Salir de la versión móvil