Muchos comentan, incluso afirman que no existe un Dios, y hay otros que creen en otro dioses que no hacen nada, pues ni señales de ellos hay.
Todos los que dicen tales cosas no tienen cómo demostrarlo, tampoco ellos no pueden hablar de Dios porque no le conocen. Dios es más real de lo que imaginas y lo bueno es que Dios quien te cuida y te guarda mientras los demás dioses que no se mueven, pues no tienen aliento de vida.
La Biblia nos habla de aquellos dioses hechos de papel, de yeso y de otro tipo de materiales fabricados por hombres que han sido cegados por el enemigo para hacerles creer que esos dioses tienen vida. Veamos.
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.
Josué 24:15
El pueblo de Israel a veces se portaba de una forma rebelde y es por eso que Josué les dijo que aunque el pueblo sirviera a otros dioses, él y su familia servirían a Dios.
Josué tenia en claro que sólo había un Dios, y él podía testificar todo lo que Dios había hecho en el transcurso de su camino. No confiemos en ídolos, ellos no pueden hacer nada, pero Dios que es sobre todas las cosas, es grande y misericordioso y Él es quien te puede ayudar. Sólo adóralo a Él.
Los ídolos no tienen poder
La Biblia declara en muchas ocasiones que los ídolos son obra de manos humanas. Son figuras creadas por artesanos, adornadas con oro o plata, pero incapaces de escuchar una oración o responder a una súplica. Son mudos, inmóviles, incapaces de producir un cambio real en la vida de quienes los adoran. En contraste, el Dios verdadero es Espíritu y vida, y se manifiesta en la creación, en la historia y en la vida de quienes confían en Él.
El salmista lo expresó claramente: «Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen…» (Salmo 115). Esto nos recuerda que poner la confianza en ídolos es edificar sobre arena, mientras que confiar en Dios es edificar sobre roca firme.
Un Dios que responde
La gran diferencia entre Dios y los ídolos está en que nuestro Dios responde. Él escucha las oraciones, sana las enfermedades, abre puertas cuando parece no haber salida y fortalece a los débiles. A lo largo de la historia bíblica vemos cómo Dios manifestó su poder ante su pueblo: abrió el Mar Rojo, derribó los muros de Jericó, alimentó a Elías con cuervos, libró a Daniel del foso de los leones y resucitó a Jesús de entre los muertos. ¿Qué ídolo puede hacer tales cosas? Ninguno.
La experiencia de Josué era clara: había visto cómo Dios los liberó de Egipto, cómo les dio la tierra prometida y cómo siempre había cumplido sus promesas. Por eso, con firmeza declaró: «Yo y mi casa serviremos a Jehová». Esa decisión marcó la diferencia en su vida y dejó un legado de fe para su familia.
Aplicación para nosotros hoy
Aunque hoy día quizás no veamos estatuas en cada esquina, también enfrentamos modernamente la idolatría. Muchas veces ponemos por encima de Dios al dinero, la fama, el placer, el trabajo o incluso las redes sociales. Todo aquello que ocupa el primer lugar en nuestro corazón se convierte en un ídolo. Por eso es tan importante recordar que sólo Dios merece nuestra adoración.
Seguir el ejemplo de Josué implica decidirnos hoy por servir a Dios con todo nuestro corazón. Significa enseñar a nuestros hijos que sólo el Señor merece la gloria, que Él es quien nos sostiene y quien nos da vida. Cuando decidimos adorar al verdadero Dios, recibimos paz, dirección, perdón y una esperanza que ningún ídolo puede ofrecer.
Conclusión
Los dioses creados por manos humanas no tienen poder, pero nuestro Dios vive y reina por los siglos de los siglos. Tal como Josué declaró delante de Israel, nosotros también debemos afirmar con convicción: «Yo y mi casa serviremos a Jehová». Esa decisión transforma la vida, trae bendición y asegura que caminemos bajo la dirección del Dios verdadero, el único digno de adoración.