Sin duda alguna a veces pasamos por situaciones muy difíciles que hacen menguar nuestra fe. En esos momentos debemos acudir de inmediato a nuestro Dios para que nos sostenga y aumente nuestra fe.
No dudemos que Dios está siempre con nosotros, aunque le fallemos, Él permanece con los brazos abiertos para perdonarnos y restaurarnos. El poder de Dios es magnífico y Su misericordia es tan grande que nos perdona y a través de ella somos redimidos por nuestro Dios.
Si Dios está contigo, nada debes temer, aunque la tierra se estremezca, aunque vengan truenos y tempestades, no temas, porque Cristo vive y está contigo.
El texto central de este artículo pertenece al salmo más citado, y el versículo que veremos nos da paz y esperanza para seguir confiando en el Señor, creyendo en que Él siempre estará a nuestro lado:
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.Salmos 23:4
El versículo anterior sólo confirma lo que hemos dicho en todo este artículo, que en la situación más adversa no debemos temer porque Dios va con nosotros. Aún en camino de oscuridad Dios es nuestro guía y nos ayuda a salir de esa situación, por eso no debemos temer.
«No temeré mal alguno». Aunque el enemigo de las almas tenga planes para destruirnos, recordemos que el Señor está con nosotros y Él nos ayuda, así que no debemos temer mal alguno. Creamos en el Señor, no temamos a nada, Dios está con nosotros.
Confiar en Dios en medio de las pruebas
Cuando la Biblia nos recuerda que no debemos temer, no significa que no enfrentaremos dificultades. El cristiano también pasa por enfermedades, crisis familiares, problemas económicos o persecuciones. Sin embargo, la diferencia está en que no caminamos solos. La presencia de Dios en nuestras vidas nos da una seguridad que el mundo no puede ofrecer. Esa es la confianza que tuvo David al escribir este salmo: sabía que Dios estaba con él en la batalla, en la soledad y en los momentos de incertidumbre.
Así como David enfrentó gigantes y ejércitos completos, nosotros también enfrentamos gigantes modernos: preocupaciones, deudas, ansiedad, depresión o tentaciones. Pero tal como el salmista se fortalecía en Dios, también nosotros podemos decir con convicción: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”.
Ejemplos bíblicos de confianza en Dios
La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que se aferraron a Dios en medio del peligro. Daniel, por ejemplo, fue lanzado al foso de los leones, pero no temió, porque sabía que Dios estaba con él. Sus amigos Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron echados en un horno de fuego ardiente, pero no se inclinaron ante la presión del rey, porque confiaban en que Dios podía librarlos. Y aunque dijeron: “Nuestro Dios nos puede librar, pero si no lo hace, igual no serviremos a tus dioses”, mostraron una fe inquebrantable que Dios respaldó.
Estos relatos bíblicos no son simples historias, son testimonios que nos inspiran a confiar en que el mismo Dios que los guardó, también nos guarda hoy. No importa lo grande que parezca la tormenta, Dios sigue siendo el mismo, y su poder no ha menguado.
Aplicación para nuestra vida
El mensaje central es claro: no temer. Aunque atravesemos un valle de sombra de muerte, sabemos que no estamos solos. Cuando una persona deposita su confianza en Cristo, su corazón recibe paz y fortaleza. Las circunstancias no siempre cambiarán de inmediato, pero lo que sí cambia es nuestra perspectiva: ya no caminamos con miedo, sino con fe.
La fe en Dios nos lleva a orar con más fervor, a depender de Su Palabra y a proclamar que Él es nuestro refugio. Al recordar que Su vara y Su cayado nos infunden aliento, comprendemos que la disciplina y la corrección de Dios no son para destruirnos, sino para dirigirnos hacia el camino correcto.
Conclusión
En conclusión, podemos afirmar con seguridad que Dios está de nuestro lado en todo momento. No importa cuán sombría sea la situación, Él nos guía, nos fortalece y nos da paz. Así como el salmista pudo decir: “No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”, también nosotros podemos repetir esas palabras y vivir confiados en la protección de nuestro Señor. La vida cristiana no es ausencia de pruebas, sino la certeza de que en medio de ellas, Dios camina a nuestro lado. Y con esa verdad en el corazón, nada debe atemorizarnos.