Demos gracias a Dios cada día, pues Él nos ha perdonado, por esa razón somos más que bienaventurados, porque El Señor perdonó nuestra transgresión y nos extendió su mano.
El salmo que veremos en este artículo fue escrito por David, y trata sobre el perdón. Dichoso aquel a quien Dios perdona y cubre con Su poder:
1 Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño.
3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Salmos 32:1-4
David cometió muchos errores, pero sabía ir delante de la presencia de Dios y pedir perdón delante de Él por la falta cometida.
Este hombre delante de Dios derramaba su espíritu y su corazón, se humillaba de corazón delante de Dios, y una prueba de esto es el tercer versículo de la porción que vimos anteriormente.
Demos gracias a Dios porque somos bienaventurados porque nos perdonó, por su amor y su bondad, Dios es nuestro amparo y refugio en medio de la sequía.