Nunca debemos decir «no» al propósito de Dios en nuestras vidas, si somos del Señor, entonces debemos obedecer en todo lo que Él quiera hacer con nosotros. Negarse al propósito de Dios no es correcto, recordemos que Dios es soberano.
Cuando no hacemos lo que Dios nos manda, estamos siendo desobedientes delante de Dios, esto no le agrada a Dios. La obediencia no es una opción, sino una demostración de amor y confianza hacia nuestro Creador. Muchas veces el ser humano intenta imponer su propia voluntad, pero la Biblia nos recuerda que los pensamientos de Dios son más altos que los nuestros y que lo mejor que podemos hacer es confiar en Él.
Podemos poner un ejemplo de una de las historias más grandes y fue cuando Dios llamó a Moisés, cuyo nombre significa «Rescatado de las aguas».
Moisés fue llamado para cumplir el propósito de Dios para sacar su pueblo de la esclavitud de Egipto pero, ¿creen ustedes que Moisés encontraría forma de escaparse de esa misión o propósito de Dios con aquel pueblo? Pues no, ya que aquel pueblo necesitaba la ayuda de Dios, y su única esperanza estaba en Dios. Por eso no nos neguemos ante el propósito de Dios.
Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios;
Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.
Salmos 143:10
Al igual que este hombre, que antes de dejar de hacer la voluntad de Dios, pues mejor, «Señor enséñame a hacer tu voluntad», o sea David no detenía el propósito de Dios, sino que le obedecía en todo. No tengamos temor a la hora de aceptar el propósito de Dios, sino más bien pidamos a Dios que nos dé fuerzas para poder cumplir lo que Dios nos ha encomendado. Dios es bueno.
Seamos obedientes a Dios. Si Dios nos escogió, no nos neguemos a su enorme voluntad. Dios está con nosotros.
Cuando analizamos la Biblia, vemos que el negarse al propósito de Dios nunca trae buenos resultados. Jonás intentó huir de la presencia de Dios cuando fue enviado a Nínive, pero Dios lo alcanzó en medio del mar y lo hizo volver a la misión que le había encomendado. Esa experiencia nos enseña que no importa cuánto intentemos escapar, la voluntad de Dios siempre prevalecerá. El camino de la obediencia es difícil al inicio, pero es el único que produce paz verdadera.
Aceptar el propósito de Dios en nuestras vidas no siempre significa comodidad ni ausencia de dificultades. Moisés enfrentó al faraón, Jonás tuvo que predicar en una ciudad corrupta, y los apóstoles sufrieron persecución. Sin embargo, cada uno de ellos vio la gloria de Dios manifestarse en medio de la prueba. La obediencia abre las puertas para que Dios haga maravillas a través de nosotros, y así otros puedan conocer su nombre.
El propósito de Dios también nos recuerda que no fuimos creados al azar. Cada persona tiene una misión y un llamado único. Algunos son llamados a predicar, otros a servir, otros a enseñar, pero todos forman parte de un plan divino que busca la extensión de Su reino. Negarse a ese llamado es negarse a vivir la vida en plenitud que el Señor diseñó para nosotros.
Por eso, en lugar de temer al futuro o preocuparnos por nuestras limitaciones, debemos orar como David: «Enséñame a hacer tu voluntad». Esta oración humilde demuestra dependencia y disposición para ser guiados por el Espíritu Santo. Si confiamos en Dios, Él nos dará las fuerzas y los recursos necesarios para cumplir su voluntad, aunque en el momento nos parezca imposible.
En conclusión, nunca debemos decir «no» al propósito de Dios. Obedecerlo nos lleva a la vida abundante y a experimentar su fidelidad. Así como Moisés fue instrumento para liberar al pueblo de Israel, nosotros también podemos ser instrumentos en las manos de Dios si estamos dispuestos a rendirnos a su plan perfecto. El Señor está con nosotros y no nos dejará solos en el cumplimiento de su voluntad.