Fuimos puestos para alcanzar salvación

En la actualidad vemos un mundo lleno de incertidumbres, marcado por crisis económicas, guerras, enfermedades y desastres naturales que afectan a millones de personas. Es evidente que la humanidad atraviesa un tiempo difícil, en donde la desesperanza y la falta de fe se hacen cada vez más notorias. Muchos viven sin rumbo, sintiéndose abandonados, sin un propósito definido en la vida y con una carga de angustia que parece no tener salida. Sin embargo, a pesar de todo esto, los cristianos tenemos una razón poderosa para mantener la calma y la esperanza: las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Pienso mucho en el mundo actual, como todo va de mal en peor, como la calamidad toma a millones de personas en el mundo, y millones y millones de ellas están sin esperanza, sin consuelo, se sienten abandonados, sin ningún propósito en la vida. Y pensando en ello, llego al punto de que aunque a nosotros los cristianos nos toquen las mismas calamidades, debemos estar confiados, porque tenemos una promesa de salvación. La mejor noticia que podemos dar es que Cristo realmente ha pagado el precio total en la cruz del calvario, nos ha hecho salvos a través de su muerte y resucitando al tercer día, y eso es suficiente para que tengamos esperanza y consuelo, que nos sintamos acompañados y con un propósito legítimo en la vida.

9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,

10 quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.

11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a los otros, así como lo hacéis.

1 Tesalonicenses 5:9-11

Amados hermanos, independientemente de lo duro que va fluyendo este mundo, comprendamos que nosotros no hemos sido puestos para perecer, sino que se nos ha prometido una salvación, una salvación para nuestras almas, y eso nos garantiza un lugar en los cielos, por lo cual, tengamos paz en nuestros corazones y animémonos los unos a los otros edificándonos en Cristo Jesús.

El mensaje del apóstol Pablo nos recuerda que no debemos dejarnos arrastrar por el temor ni por las malas noticias que escuchamos a diario. Aunque las calamidades nos alcancen, aunque la vida nos coloque en momentos de angustia, no estamos solos ni destinados a la destrucción. Al contrario, hemos sido llamados a vivir con la esperanza viva de que Cristo nos ha dado una victoria eterna, victoria que se manifestó con su resurrección al tercer día. Esa es la base de nuestra fe y el fundamento de nuestra paz.

Cada día que despertamos es una oportunidad para aferrarnos a estas promesas y reconocer que la obra de Cristo en la cruz fue completa. No necesitamos añadir nada más, pues su sacrificio nos asegura un lugar en la presencia de Dios. Esta seguridad nos anima a compartir ese mensaje con otros, a consolar a los que sufren, y a edificar a quienes han perdido el rumbo en medio de tanta oscuridad. La esperanza en Jesús no es pasajera ni se limita a esta vida, sino que trasciende hasta la eternidad.

Por eso, es importante que como creyentes nos animemos unos a otros. La vida cristiana no está diseñada para vivirse en soledad, sino en comunidad, apoyándonos mutuamente, levantando al que ha caído y recordándonos que la meta es vivir juntamente con Cristo. La exhortación de Pablo es clara: debemos edificarnos y alentarnos con palabras de vida, porque eso fortalece nuestra fe y nos prepara para perseverar en los momentos difíciles.

En conclusión, aunque el mundo esté lleno de dolor y calamidades, los hijos de Dios no vivimos sin propósito. Tenemos la certeza de que hemos sido llamados a la salvación y no a la ira. Cristo pagó el precio en la cruz y nos dio la vida eterna. Que esta verdad llene nuestro corazón de paz y nos motive a compartirla con otros, sabiendo que no importa lo que suceda a nuestro alrededor, nuestra esperanza está segura en el Señor.

Confía en Dios
Misericordioso y clemente es Jehová