Donde quiera que Jesús iba regaba la semilla, la cual era la Palabra de vida, estas palabras fieles y verdaderas, que transforman a todo aquel que la recibe. Porque Jesús es el pan de vida y sin ese pan de vida no podemos ser transformados por el Señor.
La palabra de Dios, dice que Jesús es el pan que da vida, que restaura al afligido, levanta al caído, y a eso vino Jesús enviado por el Padre a pescar hombres para que ellos conozcan a Dios y puedan ser salvos por medio de sus palabras santas y verdaderas.
4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.
5 Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.
Lucas 5:4-5
Esta fue una enseñanza poderosa con aquellos dos hermanos, estos hombres tenían todo el día echando la red, pero no habían pescado nada, entonces el Maestro llega y les manda a echar la red al mar. Ellos lo hicieron a pesar de que no habían pescado nada en todo el día, y vieron el milagro que Jesús hizo con ellos.
Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.
Lucas 5:6
Cuando comenzamos a buscar del Señor, nuestra manera de pensar cambia, porque cuando Cristo llega a nuestra vida todo es diferente. Estos hombres, viendo este milagro, decidieron seguir a Jesús, porque sabían que con sus propias fuerzas nada surgiría de la nada.
Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
Mateo 4:19
Inmediatamente el Maestro les hizo el llamado, ellos no lo pensaron y se fueron con Él para ser pescadores de hombres, y así fue como cada uno de los discípulos fueron llamados, dejaron todo por seguir a Jesús.
Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.
Mateo 4:20
Por eso es bueno reconocer que cuando Dios te llama debes responder, escuchar su voz, así como estos dos hombres fueron obedientes, porque Él conoce todo sobre ti, Él sabe lo que te conviene y lo que no te conviene. Dios tiene el control de todo, sé obediente y no ignores su voz. Él es tu salvación.
La obediencia a la voz de Dios es fundamental, pues muchas veces nuestras fuerzas humanas se agotan y nuestros intentos parecen no dar fruto, como le sucedió a Pedro y a sus compañeros aquella noche en el mar. Pero la enseñanza de Jesús muestra que, cuando actuamos bajo Su dirección, lo imposible se hace posible y lo que parecía perdido se convierte en abundancia. El milagro de la pesca nos recuerda que la fe verdadera se demuestra confiando en la palabra del Maestro aun cuando la lógica humana diga lo contrario.
Asimismo, este pasaje nos enseña que Jesús no busca expertos ni personas perfectas para cumplir Su misión, sino corazones dispuestos a obedecer. Los pescadores de Galilea no eran hombres de gran influencia ni de gran preparación, pero aceptaron el llamado y fueron transformados en instrumentos de Dios. Esto nos habla de la gracia divina que no se fija en los méritos humanos, sino en la disposición del corazón.
Hoy en día, el llamado de Jesús sigue siendo el mismo: dejar nuestras redes, es decir, todo aquello que nos ata o nos impide seguirle plenamente, y dedicarnos a la misión de anunciar el Evangelio. Dejar las redes puede significar abandonar el orgullo, los pecados ocultos, las falsas seguridades o cualquier cosa que nos aparte de Cristo. Seguir a Jesús implica un acto de fe y entrega total, pero al mismo tiempo es la decisión más sabia que un ser humano puede tomar.
Además, la historia nos recuerda que la vida cristiana no se trata solamente de recibir milagros, sino de responder a ellos con gratitud y compromiso. Los discípulos no solo vieron la red llena de peces, sino que entendieron que aquel suceso era una invitación a algo más grande: participar en la obra redentora de Dios en el mundo. Por eso, su respuesta inmediata fue dejarlo todo y seguir al Maestro.
En nuestra vida cotidiana, Dios también nos habla de diferentes maneras: a través de Su Palabra, en la oración, en la predicación o en circunstancias que nos llaman a depender de Él. Lo importante es tener un corazón sensible para reconocer Su voz y obedecer, porque el mismo Jesús que llamó a Pedro sigue llamándonos hoy para ser pescadores de hombres, llevando esperanza a los perdidos y compartiendo el pan de vida con quienes aún no lo conocen.
Conclusión: El relato de la pesca milagrosa y el llamado de los primeros discípulos es una enseñanza atemporal para todos nosotros. Nos recuerda que debemos confiar en Jesús incluso cuando no vemos resultados inmediatos, obedecer Su voz sin reservas y estar dispuestos a dejar todo por seguirle. Así como aquellos pescadores fueron transformados en apóstoles, también nosotros podemos ser transformados en instrumentos útiles para la obra de Dios si respondemos con fe y obediencia al llamado del Maestro.