El mayor milagro que hemos podido ver en toda la trayectoria de la vida es que Dios envió a su hijo a morir por la humanidad, que no se negó cuando iba a ser crucificado.
A Jesús no le importó que fuésemos pecadores, Él no mira nada de eso, Él solo miró que debíamos ser salvos y por medio este milagro podría pasar, fue rechazado, humillado, maltratado, blasfemaban contra Él, pero Él solo pedía al padre para que Él tuviera misericordia de ellos.
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Efesios 5:1
Es bueno que cada día seamos agradecidos de Dios por ese sacrificio enorme que Él hizo por amor a nosotros, de dar a su hijo en sacrificio para que Él sea maltratado de tal forma que llegó a la cruz, siendo Él inocente, pues no había falta alguna en Él, porque Él solo vino a librar a las personas de la muerte y del pecado para que pasaran de muerte a vida, de las tinieblas a la luz.
Hoy en día nos encontramos con un sinnúmero de personas que cuando les presentas a Jesús como único y suficiente salvador, ellos sin pensarlo te dicen «ahora no», lo rechazan como si les estuviesen cobrando o como cuando están perezosos, que si les pides un favor te dicen «no» rápidamente. Pero cuando llega una enfermedad, acuden a Aquel que rechazaron en búsqueda de sanidad, entonces la pregunta es ¿quieren la sanidad, pero no al portador de ella?
Y andad en amor, como también Cristo nos amó,
y se entregó a sí mismo por nosotros,
ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Efesios 5:2
Es bueno que entendamos que con nuestras propias fuerzas no podemos hacer nada, porque solo Dios nos puede ayudar, no busquemos solo el milagro de Dios, sino que le busquemos sin ningún interés alguno. Dios conoce todo de nosotros, seamos sabios y agradecidos y busquemos del Señor para que podamos ser salvos.