Bienaventurados los que son perseguidos

Cuando Jesús impartió el sermón del monte, hablando de ciertas bienaventuranzas, habló de una que parece ser un poco chocante, ya que hoy en día se nos habla de bendición tras bendición, que Dios no quiere que experimentemos el dolor y el sufrimiento, sino que el plan de Dios es que nada ni nadie nos pueda tocar en esta vida. Aunque este tipo de mensaje parezca muy bonito, la Biblia nos dice algo muy distinto y esto en una bienaventuranza, a continuación veremos exactamente lo que dijo Jesús sobre este tema en el gran sermón del monte.

La Biblia dice:

11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

Mateo 5: 11-12

Jesús estaba diciendo algo que Él sabía que sus discípulos más adelante pasarían por cosas como vituperio y persecuciones, y los estaba capacitando para cuando llegase ese momento se dieran cuenta de que no era que Dios no sentía compasión por ellos, sino lo contrario, que era algo por lo cual se tenían que sentir bienaventurados.

Hay momentos por los que pasamos ciertas pruebas con otras personas, las vemos levantarse en nuestra contra ya sea por predicar el evangelio, y muchas veces nos sentimos abatidos por ello, pero no debe ser así amados, debemos sentirnos bienaventurados, porque tenemos el privilegio de padecer por causa del evangelio de nuestro amado Señor Jesucristo, a Él sea toda gloria y poder.

Jesús termina diciéndonos las siguientes palabras: «Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros». Y es por ello que en el libro de Hechos vemos que cuando los apóstoles padecían por esta causa, ellos se gozaban y se alegraban por haber sido tomados en cuenta.

Gocémonos y alegrémonos por poder ser participes de este glorioso evangelio.


El pasaje de Mateo 5:11-12 nos enseña una verdad que muchas veces no queremos aceptar: el sufrimiento por causa de Cristo es parte del camino del creyente. A través de la historia de la iglesia, los cristianos han enfrentado rechazo, burlas e incluso persecución, y aun así el mensaje del evangelio ha continuado expandiéndose por todo el mundo. Esto nos demuestra que la oposición no es señal de derrota, sino de que estamos en el camino correcto, pues Jesús mismo nos dijo que así trataron a los profetas.

Es importante destacar que Jesús no está diciendo que el creyente debe sufrir por sufrir, sino que hay una bendición especial cuando lo que padecemos está relacionado con nuestra fe en Él. No es lo mismo enfrentar pruebas por malas decisiones personales que recibir oposición por mantenernos firmes en los principios del evangelio. La bienaventuranza de la que habla Jesús es un llamado a entender que aun en medio de la adversidad podemos experimentar gozo porque nuestro galardón no está en esta tierra, sino en los cielos.

Cuando miramos la vida de los apóstoles, notamos que ellos comprendieron perfectamente este mensaje. En el libro de Hechos, después de ser azotados por predicar en el nombre de Jesús, salieron gozosos porque habían sido considerados dignos de padecer afrenta por causa de su Señor. Esa actitud solo puede ser producto de una fe sólida y de una visión eterna, porque humanamente nadie se alegra en medio del dolor. Sin embargo, la gracia de Dios les permitió ver más allá del sufrimiento inmediato y enfocarse en la recompensa eterna.

En nuestra vida actual también podemos experimentar diferentes formas de persecución. Puede que no todos enfrentemos cárcel o violencia física, pero sí podemos ser objeto de burlas, rechazo o discriminación en nuestros entornos laborales, académicos o incluso familiares. Muchas veces callar para agradar al mundo parece más fácil, pero Jesús nos anima a mantenernos firmes y recordar que somos bienaventurados cuando sufrimos por Su causa. El silencio puede evitar un conflicto momentáneo, pero la fidelidad a Dios produce un fruto eterno.

Además, esta enseñanza nos invita a cambiar nuestra perspectiva del sufrimiento. No se trata de buscarlo intencionalmente, sino de comprender que si llega a nuestra vida por obedecer a Cristo, no debemos desanimarnos, sino levantar nuestra mirada hacia lo eterno. Cuando somos rechazados por causa del evangelio, en realidad estamos siendo identificados con los profetas, los apóstoles y con el mismo Cristo, quien fue rechazado y crucificado por hablar la verdad. Esa es una gran honra que no podemos despreciar.

Por último, el mensaje central de Jesús en esta bienaventuranza es que nuestro gozo no debe depender de las circunstancias terrenales, sino de la esperanza celestial. Podemos alegrarnos en medio de la oposición porque nuestro galardón es grande en los cielos. Esa certeza nos da fuerzas para seguir predicando, amando y sirviendo, aunque el mundo no lo entienda. No estamos solos en esta carrera de fe; tenemos una herencia eterna que nos espera, y eso es motivo suficiente para gozarnos y alegrarnos siempre.

Conclusión: Jesús nos dejó una enseñanza que va en contra de la lógica humana: ser perseguidos por su causa es una bendición. Aunque el mundo nos desprecie, Dios nos honra. Aunque los hombres nos rechacen, el cielo nos recompensa. Que cada uno de nosotros pueda vivir con la certeza de que nuestro verdadero galardón está en los cielos y que, mientras tanto, tenemos el privilegio de llevar el nombre de Cristo con valentía y gozo en cualquier circunstancia.

Respóndeme pronto, oh Señor
Dios tiene mejores planes que los tuyos