No te canses de hacer el bien

Nunca debemos cansarnos de hacer el bien hacia los demás, porque nosotros aún siendo malos Dios nos ayuda y hace el bien con cada uno de nosotros, sin importar lo malo que seamos.

Hacer el bien no debería ser algo condicionado por las actitudes de los demás hacia nosotros, sino un estilo de vida que nace de un corazón transformado por el amor de Cristo. En un mundo donde la indiferencia y el egoísmo muchas veces dominan, la Biblia nos recuerda constantemente que debemos ser luz, que seamos diferentes y que marquemos la diferencia con acciones de bondad y misericordia.

Si tenemos una persona que está necesitada, no le rechacemos, hagamos el bien, demostremos el verdadero amor de Cristo, demos una mano al que la necesita, porque Dios mira las buenas obras que haces con los demás.

Cada obra de amor que hacemos, aunque parezca pequeña, tiene un gran valor delante de los ojos de Dios. Un vaso de agua dado al sediento, una palabra de aliento al afligido o un abrazo al que se siente solo, pueden ser instrumentos que el Señor usa para mostrar Su amor al mundo. Muchas veces pensamos que ayudar significa grandes cantidades de dinero o recursos, pero en realidad, lo que Dios busca es la disposición de nuestro corazón.

El Señor se agrada de las personas que no niegan hacer el bien hacia las personas que son huérfanas, que no tienen vestimentas, que les falta el alimento, y que no tienen un techo para dormir. Por eso es bueno que seamos misericordiosos, así como Dios lo es con nosotros.

La misericordia es un reflejo del carácter de nuestro Padre celestial. Él mismo envió a Su Hijo Jesucristo para salvarnos cuando estábamos perdidos y no merecíamos perdón. De la misma manera, se espera que nosotros extendamos esa misericordia hacia quienes más lo necesitan, sin esperar nada a cambio, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Dios.

Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, 2 Tesalonicenses 3:1

Aquí Pablo nos está exhortando a que oremos por los demás, para que así ellos puedan ser salvos, para que ellos conozcan que Pablo sirve a un Dios que en el pasado había perseguido, y le sirve con amor, con entrega, y con todo su corazón.

La oración también es una manera de hacer el bien. Orar por los demás demuestra amor genuino y preocupación por su bienestar. Aunque no tengamos la posibilidad de ayudar materialmente, podemos interceder para que Dios abra puertas, provea lo necesario y fortalezca sus vidas. De esta forma, participamos activamente en la extensión del reino de Dios.

A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando sosegadamente, coman su propio pan. 2 Tesalonicenses 3:12

En esta carta que Pablo escribió acerca de aquellas personas que andaban en sus malos caminos que querían las cosas sin trabajar aún pudiendo trabajar no lo hacían, y es por eso que Pablo habla acerca de estas personas, que también hoy en día acontece, unos le gustan robar, otros matar, algunos perezosos que no quieren hacer nada, y muchos que todo lo quieren fácil.

El apóstol Pablo enfatiza la importancia de la responsabilidad y el esfuerzo. Hacer el bien no solo significa ayudar a los demás, también implica dar un buen ejemplo con nuestra conducta, ser trabajadores, responsables y honestos. La pereza, el conformismo y la dependencia injustificada de los demás van en contra del diseño de Dios, que nos llamó a administrar con diligencia los dones y talentos que nos ha dado.

Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien. 2 Tesalonicenses 3:13

Pero, no nos olvidemos de algo y es que el Señor lo está mirando todo, y Él tiene el control de todas cosas, no mires a quien le harás el bien, hazlo porque el Señor estará atento a esas personas que solo quieren que hagan el bien con ellos, pero no lo hacen con su prójimo.

Muchas veces nos desanimamos porque sentimos que nuestras buenas acciones no son valoradas, pero la Biblia nos recuerda que nuestro galardón no viene de los hombres, sino de Dios. Cada obra de amor queda registrada en el cielo, y en su tiempo Él sabrá recompensar a cada uno. El llamado es a perseverar en la bondad, incluso cuando no recibimos lo mismo a cambio.

Conclusión: Hacer el bien es una misión diaria que como hijos de Dios debemos abrazar con alegría y constancia. Ayudar al necesitado, orar por los demás, ser responsables en nuestras acciones y no cansarnos de mostrar misericordia son marcas de un verdadero cristiano. Recordemos siempre las palabras de Pablo: «no os canséis de hacer bien», porque en su tiempo segaremos si no desmayamos.

El mundo no es nuestro hogar
Los que sembraron con lágrimas, cosecharán regocijo