Dios oirá tu voz y redimirá tu alma

En la vida cristiana es común que enfrentemos momentos de dudas y preguntas, especialmente cuando las pruebas tocan a nuestra puerta. Muchas veces nos preguntamos: «¿Dónde está Dios en medio de lo que estoy viviendo?». Esta es una pregunta natural, porque como seres humanos tendemos a buscar respuestas inmediatas y soluciones rápidas. Sin embargo, debemos recordar que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos y que Él obra de acuerdo a Su perfecta voluntad, la cual siempre será buena, agradable y perfecta.

Cuando nos encontramos en dificultades a veces pensamos ¿dónde está Dios? Pero, recordemos que Dios no actúa cuando tú quieras, sino cuando sea Su voluntad.

Aunque no le podamos ver con nuestros ojos, Él siempre está presente y atento a todo lo que respira, abajo de la tierra, encima de ella y hasta lo más profundo.

Cuando ores al Señor hazlo con todo el corazón creyendo que Él obrará en tu vida en medio del proceso que estés pasando, pues Él nunca ha dejado de escuchar tu clamor, solo hazlo confiando en el Señor.

En cuanto a mí, a Dios clamaré;
Y Jehová me salvará.

Salmos 55:16

Él es el Dios de nuestra salvación, Él es quien nos salvará y nos librará, nos dará nuevas fuerzas para que podamos seguir avanzando en el nombre del Dios Todopoderoso.

Unas de las características que tenía el salmista David, era que él podía estar pasando la peor prueba, pero este hombre con todo eso no se olvidaba de glorificar el nombre del Señor, porque este hombre sabía que Dios era el que le podía salvar y ayudar a vencer todos los obstáculos que estaban en su frente.

Por eso es bueno que nos comportemos como lo hacía este hombre de Dios, que no fue el único que levantaba sus manos en sus momentos de tribulación. También podemos ver a Moisés dirigiendo el pueblo de Israel, tenía sus dificultades porque era un pueblo que a veces no entendía el propósito de Dios.

Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré,
Y él oirá mi voz.

Salmos 55:17

No hay una hora específica para clamar al Señor, porque en todo momento que ores Él te escuchará, Él no rechaza la oración del justo, sino que está presto para escucharte.

El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí,
Aunque contra mí haya muchos.

Salmos 55:18

No seas de los que retroceden, sé uno de los que piden al Señor nuevas fuerzas para seguir peleando la buena batalla de la fe, y cuando ores hazlo creyendo en el Dios Todopoderoso.

La fe es el motor que mantiene al creyente firme aun en medio de las tempestades. Cuando comprendemos que Dios siempre está en control, aunque todo a nuestro alrededor parezca caótico, nuestro corazón encuentra descanso. Cada oración que elevamos llega al trono de la gracia, y allí el Señor nos fortalece y nos llena de esperanza para continuar.

Los grandes hombres y mujeres de la Biblia nos enseñan con su ejemplo que la oración constante abre puertas que parecen imposibles. Daniel oraba tres veces al día, aun sabiendo que su vida corría peligro; Ana derramaba su alma en el templo, confiando en que Dios escucharía su dolor; y el mismo Jesús se apartaba a lugares solitarios para hablar con Su Padre celestial. Todos ellos entendieron que la oración es el puente que conecta nuestra debilidad con el poder divino.

De igual manera, nosotros estamos llamados a confiar sin reservas. Puede que la respuesta tarde en llegar, pero eso no significa que Dios haya cerrado Sus oídos. Al contrario, Él trabaja en silencio, preparando el terreno, moldeando nuestro carácter y enseñándonos a depender únicamente de Él. En la espera, aprendemos paciencia, y en la prueba, aprendemos obediencia.

No olvidemos que cada lágrima derramada en oración tiene valor delante de Dios. Él guarda nuestras oraciones como un tesoro y responde en el momento preciso. La promesa de salvación y de paz es una certeza que podemos abrazar cada día, aun cuando las circunstancias digan lo contrario. Como dice la Escritura, Él es nuestra roca firme, nuestra fortaleza en tiempos de angustia.

Conclusión: Cuando las dificultades nos hagan cuestionar dónde está Dios, recordemos que Él nunca nos abandona. Puede que Su obrar no sea inmediato, pero siempre llega en el tiempo perfecto. Sigamos el ejemplo de los salmistas, de los profetas y del mismo Jesús: levantemos nuestra voz en oración en todo tiempo, confiando en que nuestro Señor escucha y responde. Al final, veremos que cada prueba fue una oportunidad para fortalecer nuestra fe y experimentar más de cerca el poder y la misericordia del Dios Todopoderoso.

Escucha mi oración, Señor
Alégrate porque confías en Dios