Confiar en Dios es lo más importante porque en Él estaremos más que seguros, solo en Él podemos depositar todo lo que tenemos, porque todo lo que hemos logrado obtener es gracias a Dios.
Es bueno recordar cada día que Él es nuestro refugio, el Señor conoce todas las cosas que están dentro de nosotros, hay momentos en los cuales le necesitamos, porque cuando llegan esas dificultades le buscamos a Él y le encontramos.
En Jehová he confiado;
¿Cómo decís a mi alma,
Que escape al monte cual ave?Salmos 11:1
Qué bueno es cuando leemos el libro de los Salmos y nos encontramos con estas hermosas palabras dichas por el salmista David. Este hombre podía estar pasando cualquier persecución pero a pesar de las dificultades que tenía que enfrentar, el salmista le daba una orden a su alma para que glorificase el nombre de Dios
Como dijo una vez Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna». Esta expresión nos deja claro que solo Dios nos puede dar una palabra de aliento y que en Él nos podemos refugiar.
Jehová prueba al justo;
Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece.Salmos 11:5
El mayor refugio de cada uno de los seres humanos está en el Señor, solo en Él podemos confiar, porque Él a sus santos les prueba, pero al que ama hacer maldad, no le irá bien en su camino.
Porque Jehová es justo, y ama la justicia;
El hombre recto mirará su rostro.Salmos 11:7
Tenemos que tener muy pendiente que a Dios nada se le escapa. Él tiene el control de todas las cosas, Él es justo, ama la justicia y protege a aquellos que andan bajo su justicia. No nos olvidemos que Dios es nuestro refugio y que solo en Él podemos confiar.
Confiar en Dios no es solamente una acción emocional o un pensamiento pasajero, sino un estilo de vida que se cultiva día tras día. Significa descansar en la seguridad de que nuestro Padre celestial tiene cuidado de nosotros y que no permitirá que nada ocurra fuera de su voluntad. Aun en las pruebas más difíciles, la confianza en Dios se convierte en un ancla firme que nos mantiene de pie.
Muchas veces nos encontramos con situaciones que parecen no tener salida: enfermedades, deudas, problemas familiares o incertidumbres sobre el futuro. En esos momentos, los pensamientos de duda nos rodean y creemos que lo mejor es huir como el ave al monte. Sin embargo, la Palabra nos recuerda que no debemos escapar, sino refugiarnos en el Señor, porque en su presencia hallamos fortaleza, esperanza y dirección.
El salmo nos enseña que Dios prueba al justo. Esto quiere decir que las dificultades no son señales de abandono, sino de que el Señor está forjando nuestro carácter. Él desea que aprendamos a depender totalmente de su gracia. Así como el oro es refinado en el fuego, nuestra fe se fortalece cuando pasamos por pruebas, y al salir de ellas, tenemos la certeza de que Dios nunca nos dejó solos.
Por otro lado, el texto también señala que el Señor aborrece al que ama la violencia. Este recordatorio es importante porque vivimos en un mundo donde la maldad parece tener ventaja. No obstante, la Biblia asegura que al final Dios hará justicia y que nada quedará oculto ante sus ojos. La confianza en Dios también implica creer que Él es justo y que recompensará a cada uno conforme a sus obras.
Cuando miramos a Cristo, encontramos la verdadera razón para confiar. Jesús mismo nos enseñó que en el mundo tendríamos aflicción, pero que confiáramos porque Él ha vencido al mundo. Esa victoria es la base de nuestra fe. Podemos enfrentar el día a día sabiendo que si Dios está con nosotros, nadie podrá estar contra nosotros. Esa convicción trae paz al corazón y nos libera del temor.
Además, confiar en Dios no se trata únicamente de esperar su ayuda en momentos de necesidad, sino también de obedecer su Palabra en lo cotidiano. La confianza se manifiesta cuando seguimos sus mandamientos, cuando decidimos ser justos en lo poco y en lo mucho, y cuando buscamos agradarle en cada área de nuestra vida. Esa confianza activa nos abre la puerta para ver su mano obrar de manera sorprendente.
Por eso, al leer este salmo, debemos recordar que Dios ama la justicia y que el hombre recto mirará su rostro. Es una promesa gloriosa, porque un día estaremos delante de Él, contemplando su gloria y recibiendo la recompensa de nuestra fe. Mientras tanto, nuestra tarea es mantenernos firmes, confiando y proclamando que solo en Dios encontramos verdadero refugio.
Conclusión: La confianza en Dios no es una opción secundaria, es una necesidad vital. Sin ella, la vida se vuelve un mar de incertidumbres, pero con ella tenemos la certeza de que nuestro Creador sostiene nuestro presente y nuestro futuro. Como hijos de Dios, seamos conscientes de que no hay lugar más seguro que su presencia. Recordemos siempre que Él es justo, que ama la justicia y que protege a los que en Él confían. Por tanto, cada día reafirmemos nuestra fe diciendo con convicción: “En Jehová he confiado”.