El Señor nunca se apartará del justo, porque Dios tiene misericordia de él, siempre estará pendiente y peleará por los suyos. Él no permitirá que caigan para siempre, sino que les dará nuevas fuerzas para que puedan seguir hacia adelante en medio de las pruebas de la vida. Esta es una promesa que llena de esperanza el corazón del creyente, ya que sabemos que nuestro Dios es fiel y nunca abandona a los que le aman.
Siempre debemos estar confiados en que el Señor nos ayudará en todo momento. Sin embargo, es importante recordar que, en ocasiones, Dios permite que vengan pruebas a nuestras vidas. Estas pruebas no tienen como fin destruirnos, sino moldearnos y hacernos crecer espiritualmente. A través de ellas aprendemos a depender totalmente de Dios y a reconocer que solo Él tiene el control de todas las cosas. Así como un padre disciplina a su hijo para enseñarle lo correcto, nuestro Padre celestial permite dificultades para que entendamos que Él es Dios y que sin Él nada podemos hacer.
Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;
No dejará para siempre caído al justo.Salmos 55:22
Cuando leemos el capítulo 55 del libro de los Salmos, encontramos al rey David en un momento de angustia. Rodeado de enemigos y de traiciones, él levanta sus peticiones a Dios, clamando con todo su corazón para que el Señor lo librara de sus adversarios. David conocía muy bien lo que significaba ser perseguido y vivir bajo constante amenaza, pero también sabía que la única fuente de fortaleza y refugio verdadero estaba en Dios.
El ejemplo de David es inspirador para nosotros hoy. Así como él depositaba todas sus cargas en el Señor, también nosotros debemos aprender a confiar plenamente en Dios. El problema muchas veces radica en que queremos resolver las cosas en nuestras propias fuerzas, pero esto solo nos lleva a cansancio y frustración. Cuando entregamos nuestras cargas al Señor, Él se encarga de lo que nos preocupa, nos fortalece espiritualmente y también provee en lo material, porque conoce nuestras necesidades antes de que se las pidamos. Su promesa es clara: no dejará caído al justo.
Debemos entender que la justicia de la que habla la Biblia no se refiere a nuestra propia justicia humana, sino a la que procede de Dios. El justo es aquel que ha sido justificado por medio de la fe en Cristo, aquel que busca vivir conforme a la voluntad del Señor. Es a este justo al que Dios sostiene, guarda y levanta en los momentos más oscuros. Aunque tropiece, no quedará postrado, porque el Señor es quien lo sostiene de su mano.
Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición.
Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días;
Pero yo en ti confiaré.Salmos 55:23
David, en su oración, reconoce que Dios es el juez justo que tratará con los malvados. Los hombres sanguinarios, violentos y engañadores pueden parecer que prosperan por un tiempo, pero su final está determinado. No lograrán sus propósitos porque el Señor mismo se encargará de hacer justicia. En contraste, el creyente tiene la seguridad de que, aunque los enemigos lo rodeen, puede descansar en la fidelidad de Dios y confiar en que su vida está segura en las manos del Altísimo.
Este pasaje nos recuerda una gran lección: mientras el mundo busca su fuerza en estrategias humanas o en riquezas pasajeras, el cristiano deposita toda su confianza en el Señor. Al echar nuestras cargas sobre Él, dejamos de cargar un peso que nunca fuimos diseñados para llevar solos. El resultado es paz, descanso para el alma y una fe más fuerte. Cuando reconocemos que no podemos, Dios muestra que Él sí puede. Así, las pruebas se convierten en testimonios de victoria y los momentos de debilidad se transforman en oportunidades para ver la mano poderosa de Dios obrando en favor de sus hijos.
Por eso, la invitación de este salmo sigue siendo actual: depositemos nuestras cargas en Dios, confiemos en que Él nos sustentará y vivamos con la certeza de que nunca dejará caído al justo. Aunque vengan adversidades, aunque el enemigo se levante, nuestra confianza está en Aquel que es fiel y verdadero, y que siempre cumple lo que promete.