Súplica de liberación y dirección

Hay momentos difíciles que llegan a la vida de los seres humanos, circunstancias que muchas veces nos sorprenden sin aviso y que provocan que clamemos al Señor con mayor intensidad. Cuando somos perseguidos por el mal y no clamamos al Dios Todopoderoso, estamos expuestos y sin la cobertura del Señor. El enemigo busca aprovechar cualquier descuido espiritual para atacarnos, por eso es tan importante mantenernos bajo la protección divina. La oración no es simplemente un recurso de emergencia, sino un estilo de vida que nos mantiene conectados con el Creador.

¿Qué pasa cuando la cobertura de Dios no está en nosotros? Que debido a esto podríamos ser atacados y derrotados por el mal. El Salmista David conocía bien esta realidad. A lo largo de su vida enfrentó persecuciones, guerras, traiciones y momentos de soledad profunda. En cada etapa aprendió a postrarse delante de Dios, pidiéndole liberación y protección de sus adversarios. En sus salmos podemos ver cómo su corazón se derramaba delante del Señor con confianza, sabiendo que solo en Él hallaba refugio.

Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos;
Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.

Salmos 143:1

Los procesos que atravesamos nos enseñan cada día y nos ayudan a entender que Dios es el único Dios Todopoderoso. Para Dios nada es difícil, y aunque nuestra fuerza falle, la de Él permanece intacta. David sabía que la clave para avanzar en medio de sus batallas era buscar dirección en la presencia de Dios, porque estaba rodeado de enemigos que querían destruirlo. Por eso no se apoyaba en su propia justicia, ni en sus habilidades como guerrero, sino en la verdad y en la justicia del Señor.

Y no entres en juicio con tu siervo;
Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano.

Salmos 143:2

Aquí David reconoce una gran verdad: delante de Dios nadie puede justificarse. No importa cuánto intentemos defendernos, Dios conoce el corazón del hombre, sus intenciones más secretas y sus planes ocultos. El Señor examina lo más profundo de nuestro ser, ve todo lo que queremos hacer y conoce de antemano lo que los impíos traman contra los hijos de Dios. Esta confesión de David nos enseña humildad y dependencia total. En lugar de buscar justificarnos a nosotros mismos, debemos confiar en la justicia de Cristo que nos cubre.

Porque ha perseguido el enemigo mi alma;
Ha postrado en tierra mi vida;
Me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.

Salmos 143:3

David describe con claridad el efecto devastador de la persecución del enemigo. Su alma se sentía oprimida, su vida postrada en tierra, como si estuviera viviendo en tinieblas semejantes a la muerte. Esta es la experiencia de muchos creyentes cuando atraviesan ataques espirituales o pruebas intensas: se sienten abatidos, sin fuerzas, y con la esperanza debilitada. Sin embargo, la enseñanza es clara: aun en medio de esa oscuridad, David clamaba a Dios. No se quedaba en el silencio ni en la desesperación, sino que volvía su rostro al Señor.

La oración constante de David nos muestra la importancia de no dejar de clamar en los momentos difíciles. El enemigo quiere vernos rendidos, pero Dios siempre está atento a sus hijos. Él jamás abandona a los que en Él confían. Así como estuvo con David en medio de la persecución, también está con nosotros hoy para librarnos de los ataques del mal, fortalecer nuestro espíritu y renovar nuestra esperanza.

Querido lector, que estas palabras sean un recordatorio de que la cobertura de Dios es esencial en cada área de nuestra vida. Nunca dejemos de orar, de buscar su presencia y de depender de su justicia. En la debilidad, clamemos al Señor; en la persecución, confiemos en su socorro; y en la oscuridad, recordemos que Su luz siempre brilla. Como David, aprendamos a confiar en que Dios escucha nuestras oraciones y responde por su verdad y justicia.

La vida antigua y la nueva
Por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos