Si somos realmente cristianos es porque hemos creído en Jesucristo, y esto de creer denota que lo hemos hecho sin ver a esa persona en la cual creemos, y esta no es una fe ficticia, tampoco es una fe que se esconde detrás de algo que no produce experiencias, nosotros experimentamos nuestra fe, en el sentido que pedimos a Dios y vemos su poderosa mano obrando grandemente en nuestras vidas y debemos pedirle a Dios que esta fe se mantenga firme y que nunca dudemos de Él.
Santiago escribió:
5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
Santiago 1:5-7
Lo primero que debemos entender es que tenemos que pedir bajo la voluntad de Dios, puesto que Dios no nos dará nada que no esté bajo su voluntad, nada que nos vaya a perjudicar, Dios quiere lo bueno para nosotros y no lo malo, y otra cosa es que las bendiciones de Dios no añaden tristeza, las bendiciones de Dios se disfrutan.
En segundo lugar, no podemos ir a Dios dudando, pues el que se acerca a Él debe acercarse creyendo que le va a encontrar y que Dios le va a responder, pues al que toca se le abrirá, al que llame se le responderá. De manera que no importa que tan difícil sea lo que pides a Dios, no importa en la encrucijada en la que te encuentres, no importa que el dolor sea tan duro que sientas que no te puedes levantar, nada de esto importa si confías en la poderosa mano de nuestro Creador.
Sin fe es imposible agradar a Dios y es necesario que todo lo que pidamos sea bajo su voluntad y sin dudar ni un momento.