La oración eficaz del justo puede mucho

Sin duda alguna la fe debe ser un ingrediente esencial en la vida de cada creyente. No podemos decir que somos cristianos y no creer en las maravillas de Dios. La Biblia nos dice que sin fe es imposible agradar a Dios y que todo aquel que se acerca a Él debe hacerlo sabiendo que Dios le está escuchando. La fe no es una opción, es el fundamento mismo de nuestra relación con el Señor. Cada día más debemos afinar nuestra fe, alimentarla con la Palabra y fortalecerla a través de la oración y la obediencia.

De verdad la oración eficaz del justo puede mucho. Cuando nosotros oramos con fe y lo hacemos bajo la voluntad divina de Dios, entonces Él nos responde. Esto es algo que todo creyente debe entender: la oración no es un simple ritual ni una repetición de palabras vacías, es un diálogo con nuestro Padre celestial. Debemos acercarnos con confianza ante el trono de la gracia, sabiendo que somos escuchados y que nuestras peticiones no caen en el vacío.

Recordemos que ya no es más como en el Antiguo Testamento, cuando se necesitaba de un sumo sacerdote para entrar una vez al año al Lugar Santísimo y ofrecer sacrificios por el pueblo. Ahora Cristo, nuestro Sumo Sacerdote perfecto, entró de una vez y para siempre con su propia sangre, y por medio de Él tenemos acceso directo a Dios. Esto significa que podemos acercarnos en plena confianza ante nuestro Creador, sin necesidad de intermediarios humanos. Jesús abrió un camino nuevo y vivo para que podamos tener comunión directa con el Padre.

La Biblia dice:

16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.

17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.

18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

Santiago 5:16-18

El verso 16 nos enseña algo fundamental: no podemos vivir una vida cristiana plena si mantenemos rencores o conflictos con nuestros hermanos. La falta de perdón y la amargura son obstáculos que afectan nuestras oraciones. Por eso, antes de presentarnos delante de Dios, debemos reconciliarnos, confesar nuestras ofensas y orar unos por otros. La oración eficaz no nace de un corazón dividido, sino de uno que busca la paz y la unidad. Solo así podremos experimentar el poder de una oración que realmente mueve la mano de Dios.

El ejemplo de Elías es clave para entender esto. La Biblia nos dice que Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras. Esto significa que no era un ser sobrehumano ni un creyente perfecto, sino un hombre común con debilidades, temores y limitaciones. Sin embargo, su fe lo hacía diferente. Cuando oraba, la lluvia se detenía; cuando clamaba, el fuego descendía. Y aunque en un momento huyó de Jezabel y se sintió derrotado, Dios lo seguía escuchando y usando poderosamente. Esto nos recuerda que Dios no espera perfección absoluta de nosotros, sino corazones que confíen en Él con fe sincera.

No debe haber duda de que así como Dios escuchaba a Elías también nos escucha a nosotros. La misma fe que movió los cielos en aquel tiempo es la que hoy tenemos que ejercitar. El Dios que respondió a Elías es el mismo que responde a tus oraciones cuando te acercas en fe. No debemos dejar que la incredulidad o las dudas apaguen nuestro clamor. Al contrario, debemos recordar que el Señor nos invita a pedir, buscar y llamar con la confianza de que Él responderá en su tiempo perfecto.

En conclusión, la oración eficaz del justo no es un concepto teórico, es una realidad palpable en la vida de los hijos de Dios. Si vivimos en santidad, nos reconciliamos con nuestros hermanos, y oramos con fe y bajo la voluntad del Señor, veremos respuestas y milagros en nuestras vidas. No dejemos de creer nunca en nuestro Santísimo Salvador. Recordemos siempre: «La oración eficaz del justo puede mucho». Que estas palabras nos motiven a perseverar en la fe y a buscar cada día más la presencia de nuestro Dios en oración.

Bienaventurados todos los que confían en Él
Seremos semejantes a Él