Una bendición que no añade tristeza con ella

Las bendiciones del Señor no traen tristeza consigo, sino que ellas nos alegran porque el mismo Dios fue el dador de las mismas. Dios no nos dará una bendición para que estemos tristes, sino para que estemos alegres y para que podamos disfrutarlas al máximo. Cuando Dios abre su mano de bondad, no hay peso que carguemos ni dolor oculto detrás de lo recibido. Al contrario, sus bendiciones vienen acompañadas de paz y de gozo, porque provienen de un Padre que sabe dar buenas dádivas a sus hijos.

La bendición de Jehová es la que enriquece,
Y no añade tristeza con ella.

Proverbios 10:22

No creamos que las bendiciones que portamos dadas por Dios nos mantendrán en una inmensa tristeza. Ahora bien, cuando conseguimos algo que no proviene de Dios, sino que fue obtenido de manera ilícita, entonces sí se convierte en un dolor de cabeza. La razón es simple: lo que no viene de Dios carece de su paz y de su respaldo. Hay personas que buscan riquezas por caminos de engaño, por corrupción o por violencia, pero esas riquezas terminan siendo motivo de angustia en lugar de alegría. Lo que viene de Dios permanece, pero lo que viene del mal se desvanece.

Muchas personas no se han dado cuenta de que cuando recibimos dinero, propiedades o cualquier cosa material producto de la maldad, eso no traerá gozo verdadero. Puede haber una satisfacción pasajera, pero pronto se convierte en amargura. El corazón que se acostumbra a obtener cosas por medios ilícitos nunca está en paz, porque vive temeroso de perder lo que consiguió o de ser descubierto. En cambio, el que recibe de la mano de Dios vive con tranquilidad, porque sabe que lo suyo ha sido un regalo divino y que el mismo Señor sostendrá lo que le ha entregado.

El hacer maldad es como una diversión al insensato;
Mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento.

Proverbios 10:23

Debemos recordar que la Palabra de Dios nos dice que el dinero mal habido no se disfruta. De la misma manera que lo adquiriste, así mismo se irá de tus manos. Esa es la ley espiritual establecida por Dios: lo que se siembra se cosecha. Si sembramos maldad, recogeremos destrucción; pero si sembramos en justicia, cosecharemos bendición. A Dios no le agrada que las personas hagan mal a los demás para conseguir algo o para quitarles lo que han logrado con esfuerzo. El camino de los impíos siempre lleva a la ruina, mientras que el camino de los justos los conduce a la vida.

El hombre entendido y sabio no actúa con mala intención contra su prójimo. La verdadera sabiduría consiste en temer a Dios, obedecer sus mandamientos y tratar a los demás con amor. La Biblia dice que el sabio encuentra recreo en la justicia, porque vivir conforme a la voluntad de Dios trae paz al alma. Por eso, quien anda en entendimiento no puede apropiarse de lo que no le pertenece ni aprovecharse de los demás, porque sabe que tarde o temprano Dios juzgará toda injusticia.

Lo que el impío teme, eso le vendrá;
Pero a los justos les será dado lo que desean.

Proverbios 10:24

Esta es una promesa que cada día se cumple en nuestras vidas. Los impíos se ocupan en hacer maldad, en planear cómo destruir lo que pertenece al justo. Sin embargo, lo que ellos más temen terminará alcanzándolos. El mal que planean contra otros se volverá en su contra, y la misma trampa que preparan será la que los haga caer. Por el contrario, los justos reciben lo que desean, porque sus peticiones están alineadas con la voluntad de Dios. No les faltará nada, porque el Señor es su Pastor y su proveedor.

En conclusión, la bendición verdadera es la que viene de Dios. No depende de cuánto tengamos, sino de la paz con la que vivimos. La prosperidad sin Dios es una carga, pero la bendición de Jehová es riqueza acompañada de gozo y seguridad. Que aprendamos a esperar en el Señor, a trabajar con manos limpias y a confiar en que todo lo que Él nos da lo podremos disfrutar sin tristeza. Esa es la verdadera riqueza: vivir en el temor de Dios, con el corazón en paz y con la certeza de que lo recibido viene del cielo.

Sus palabras no pasarán
Pon tu mirada en las cosas de arriba