Edifica tu casa sobre la Roca

En una ocasión el gran caudillo Josué pronunció las siguientes palabras: «Mi casa y yo serviremos a Jehová». Quizás estás atormentado porque ves tu hogar al borde de la destrucción y no sabes qué hacer, y sufres eso cada momento que te despiertas y buscas soluciones, tales como psicólogos, consejos de un amigo, etc., y ves que nada funciona. La historia de Josué debe alentarnos en gran manera, recordando que el pueblo de Israel se desviaba muchas veces del camino y esa carga estaba sobre el gran caudillo de Israel. Sin embargo, en medio de tantas calamidades él supo definir bien en quién había creído y sus firmes palabras fueron: «Mi casa y yo serviremos a Jehová».

Estas palabras no fueron simplemente una declaración emocional, sino un compromiso solemne delante de Dios. Josué sabía que la verdadera estabilidad de un hogar no dependía de estrategias humanas, sino de la decisión de poner a Dios en el centro de la familia. Esa declaración debe resonar hoy en nuestros corazones, en un tiempo donde muchos hogares se desmoronan por la falta de dirección espiritual. El líder de un hogar cristiano debe asumir con valentía la responsabilidad de guiar a su familia en el temor de Dios y en la obediencia a su Palabra.

La pregunta es: ¿Sobre qué estamos edificando nuestras vidas y sobre qué o quién estamos edificando nuestras familias? No podemos dejar nuestros hijos al mundo, no podemos dejar que nuestra vida sea edificada por la cultura imperante, lo correcto es dejar que seamos totalmente influenciados por la Palabra de Dios. Amigos, una familia y una vida bajo el poder de la Palabra de Dios jamás será destruida, pero una familia y una vida que no estén edificadas sobre Cristo, terminarán cayendo. El fundamento determina la resistencia, y si nuestro fundamento es débil, todo lo que construyamos se vendrá abajo.

Jesús casi siempre acompañaba sus sermones de una ilustración, las cuales solían ser muy adecuadas para el sermón, y Jesús nos presenta una gran ilustración sobre un hombre que edificó su casa sobre la Roca:

47 Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante.

48 Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.

Lucas 6:47-48

Lo primero es: La Palabra de Dios. La Biblia es todo el fundamento que necesita un cristiano, este es nuestro manual, en la Biblia se encuentran todas las instrucciones que necesitamos para vivir una vida piadosa y en santidad. Jesús nos dice que todo aquel que guarda Su Palabra es semejante a un hombre, pero no a cualquier hombre, sino a un hombre que edificó una casa, pero no la edificó sobre las costumbres mundanas ni sobre ideas sin Dios, ¡no! más bien, la edificó sobre la Roca. ¿Quién es la Roca? La Roca es Cristo, y cuando edificamos nuestras familias y nuestras vidas sobre Cristo, no importan los vientos, las inundaciones, que el río se desborde y venga contra nosotros, no importa que todas las cimientes de la tierra se remuevan y quieran caer sobre nosotros. ¡No importa nada de esto! ¿Por qué? Porque hemos edificado todo lo que somos sobre aquel que venció la muerte y su aguijón. ¡Aleluya!

Edificar sobre la Roca implica obediencia. No basta con escuchar la Palabra de Dios, es necesario ponerla en práctica. Muchos escuchan sermones, leen devocionales o incluso asisten a la iglesia, pero si no practican lo que oyen, están construyendo sobre la arena. Cuando llegan las pruebas, esas vidas se derrumban. En cambio, el que oye y obedece la Palabra se mantiene firme, porque su confianza no está en las circunstancias, sino en Cristo. Esto aplica tanto a la vida personal como a la vida familiar. Una familia que ora unida, que estudia la Biblia juntos y que pone en práctica los mandamientos del Señor, será como aquella casa que ni las tormentas pudieron derribar.

El ejemplo de Josué nos desafía a tomar decisiones firmes. No podemos ser neutrales ni tibios en cuanto a la fe. Cada día debemos reafirmar nuestro compromiso: «Mi casa y yo serviremos a Jehová». Esto significa enseñar a nuestros hijos en el camino del Señor, orar por nuestro cónyuge, dar testimonio con nuestras palabras y acciones, y rechazar todo aquello que quiera apartarnos de Dios. No será fácil, pero es la decisión más sabia que podemos tomar, porque asegura la bendición y protección de Dios sobre nuestro hogar.

En conclusión, las palabras de Josué y la enseñanza de Jesús nos muestran que la verdadera seguridad no se encuentra en las riquezas, en la educación o en los logros humanos, sino en edificar sobre Cristo. Que nuestras familias puedan ser hogares donde la presencia de Dios sea evidente, donde su Palabra sea leída y obedecida, y donde el amor de Cristo sea el centro. Solo así, cuando lleguen las tormentas de la vida, podremos permanecer firmes, sabiendo que nuestra casa está edificada sobre la Roca eterna.

Bienaventurados los que no vieron y creyeron
Por sus frutos los conoceréis