La raíz de todos los males

El hombre cada día busca enriquecerse, y sus ojos solo están puestos en la vana gloria de la vida, en qué van a conseguir mañana, o cuánto van a invertir y cuanto se ganarán, su mente solo piensa en riquezas.

Las personas que son codiciosas solo piensan en seguir su propio destino y su amor solo es el dinero, por el cual no duermen, siempre está enaltecido, si tenía un poco de humildad, pues ya no la tendrá debido a que solo piensa en que es rico.

Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.
1 Timoteo 6:8

Debemos todos los días dar gracias a Dios por el sustento que nos da, por el pan de cada día el cual solo Dios puede proveer con su maravillosa obra a sus hijos, pero a nuestro alrededor tenemos personas las cuales, no son humildes.

Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo,
y en muchas codicias necias y dañosas,
que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
1 Timoteo 6:9

Pero ¿qué dice la Biblia sobre estas personas que no son humildes? El salmo 138:6 dice: “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos”. Esto da a entender que todos los hombres que son humildes estarán cerca de Dios, pero los altivos, aquellos que solo piensan en sus riquezas, rechazando al pobre, Dios los mira de lejos.

Porque raíz de todos los males es el amor al dinero,
el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe,
y fueron traspasados de muchos dolores.
1 Timoteo 6:10

Sé humilde en todo lo que hagas, da gracias por todas las cosas que Él te da, pero no seas altivo, porque así mismo como te dio algo, Él te lo puede quitar. Él es Dios y hace como Él quiere, así que si no estás practicando la humildad es bueno que lo hagas porque a Dios le agrada.

El amor al dinero ha sido uno de los grandes problemas de la humanidad. Muchas personas sacrifican su salud, su tiempo y hasta a sus familias por alcanzar riquezas, pero al final descubren que nada de eso les trae verdadera paz. La Biblia nos recuerda que el corazón humano nunca se sacia con lo material, siempre quiere más, y esa insaciabilidad es la que lleva al hombre a la ruina espiritual.

Ser agradecido es la clave para vivir en contentamiento. Cuando reconocemos que todo lo que tenemos viene de Dios, aprendemos a disfrutar de lo poco o mucho que esté en nuestras manos. El creyente que vive agradecido no envidia lo que otros tienen, ni se desespera por lo que aún no ha recibido, porque sabe que su mayor riqueza está en Cristo Jesús.

El humilde reconoce que sin Dios nada es posible. La verdadera grandeza no se mide en la cantidad de dinero acumulado, sino en la capacidad de vivir con un corazón sencillo, dispuesto a servir y a compartir con los demás. El orgulloso, en cambio, cree que todo lo logra por su propia fuerza, y olvida que aún su aliento de vida depende del Creador.

Debemos reflexionar en lo siguiente: ¿de qué sirve ganar el mundo entero si perdemos nuestra alma? Muchos hombres se han esforzado por alcanzar fortunas y terminaron vacíos, solos y sin esperanza. La historia está llena de ejemplos de ricos que, pese a su abundancia, jamás encontraron la verdadera felicidad. Jesús nos enseña que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee, sino en su relación con Dios.

Por eso, la invitación es clara: vivamos confiando en el Señor, agradeciendo cada bendición y practicando la humildad. Si Dios nos da riquezas, usémoslas para bendecir a otros, pero nunca pongamos nuestro corazón en ellas. La mayor riqueza que podemos poseer es la salvación en Cristo, una herencia incorruptible que nadie nos podrá arrebatar.

¿Quién es el que ama a Dios?
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud