Jehová, Tu eres mi Dios

Tenemos muchas cosas que agradecer a Dios, y la lista es tan extensa que sería imposible terminarla. El simple hecho de abrir los ojos cada mañana y poder respirar es ya motivo suficiente para decir: «Dios mío, gracias». No siempre somos conscientes de lo valioso que es un nuevo día, pero cada despertar es un regalo de su misericordia, porque como dice Lamentaciones 3:23: “Nuevas son cada mañana tus misericordias; grande es tu fidelidad”. Las maravillas de Dios se hacen notorias en nuestra vida cotidiana, aunque muchas veces pasen desapercibidas por nuestra rutina. Sin embargo, la maravilla más grande que podemos recordar es aquel día en que Dios nos trajo a sus caminos y nos abrió los ojos espirituales para entender su amor. Y sobre todo, damos gracias a Dios por la muerte de su Hijo en la cruz, porque esa obra nos dio vida eterna. Como dice una canción: «Por su muerte hoy vivo yo».

El agradecimiento debe ser parte fundamental de la vida cristiana. Hay una canción de Marcos Vidal que expresa: «Y pellízcate al sentir la luz del sol». Es un recordatorio de que lo cotidiano, como ver el amanecer o sentir el calor del sol, son motivos suficientes para dar gracias a Dios. Debemos ser personas agradecidas en toda circunstancia, no solo cuando las cosas marchan bien, sino también cuando enfrentamos pruebas y dificultades. El apóstol Pablo nos exhorta en 1 Tesalonicenses 5:18: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. La gratitud no debe depender de la situación, sino de la certeza de que Dios sigue siendo fiel.

En la Biblia encontramos ejemplos de hombres y mujeres de Dios que pasaron por momentos muy difíciles, y aun así supieron dar gracias. Job, después de perderlo todo, declaró: “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). Daniel, estando en Babilonia, mantenía su costumbre de orar y dar gracias a Dios tres veces al día, aun sabiendo que esto le podía costar la vida (Daniel 6:10). El mismo Señor Jesús, antes de multiplicar los panes y los peces, levantó sus ojos al cielo y dio gracias (Juan 6:11). Estos ejemplos nos muestran que la gratitud es un acto de fe que reconoce la soberanía de Dios en todo.

Amado hermano (a), alabemos a Dios con todo nuestro corazón y demos gracias por su consejo, es decir, su Palabra, que nos guía cada día. La Biblia es el manual de vida que nos dirige en medio de las dudas y nos da claridad en medio de la confusión. Agradezcamos también por las cosas sencillas: un nuevo amanecer, un plato de comida, la compañía de un ser querido, la oportunidad de congregarnos. Seamos agradecidos cada mañana, porque hay muchos que ya no cuentan con esta oportunidad o que en algún momento despreciaron el regalo de la vida. La vida es una sola, y el mejor uso que podemos darle es glorificar a Dios en cada momento, reconociendo que todo lo que somos y tenemos proviene de Él.

Que la gratitud sea la melodía que acompañe nuestro caminar diario. Recordemos que una vida agradecida no solo honra a Dios, sino que también trae paz a nuestro corazón. Porque cuando somos agradecidos, dejamos de enfocarnos en lo que falta y comenzamos a ver lo abundante de la gracia divina. Y así, cada día podremos decir: «Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré y alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas».

El que camina en integridad anda confiado
Jehová está en medio de ti