Plegaria pidiendo ayuda en la aflicción

El Salmo 13 es un salmo de David, conocido como el dulce cantor de Israel, también como rey. David fue un hombre de Dios que en el camino sufrió muchas aflicciones, las cuales son expresadas en muchos de sus salmos o cánticos. Lo bueno de nosotros tener la oportunidad de leer estos escritos es que podemos presenciar como aquellos hombres pasaron por momentos difíciles, y de esa manera podemos entender que la pruebas son una de las marcas de un hombre de Dios. Recuerdo una frase de Paul Washer que dice: «Un hombre maduro de Dios estará roto en mil pedazos».

Este salmo refleja un corazón quebrantado, pero al mismo tiempo lleno de fe. David, como muchos de nosotros, se enfrentó a situaciones en las que parecía que Dios estaba en silencio. Sus palabras son un espejo de nuestras propias batallas internas, cuando pensamos que el Señor tarda en responder o que se ha olvidado de nuestras súplicas. Pero lo hermoso de estos pasajes es que nos enseñan a expresar nuestro dolor con sinceridad, sabiendo que Dios escucha cada clamor de sus hijos.

David comienza este salmo de la siguiente manera:

1 ¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre?
¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?

2 ¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma,
Con tristezas en mi corazón cada día?
¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?

3 Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío;
Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;

Salmo 13:1-3

Hay cristianos que piensan que uno nunca debe expresarse de esta manera, pero no es así, varios hombres de Dios lo hicieron en su momento: Jeremías, Elías, Job, entre muchos otros. Incluso, Cristo dijo en la cruz: «Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?» Y por supuesto, David no fue la excepción, cada vez que tuvo la oportunidad de expresar su dolor a través de los cánticos lo hizo.

La oración sincera es parte fundamental de la vida del creyente. No podemos esconder lo que sentimos, porque Dios conoce lo más profundo de nuestro corazón. David entendía que abrir el alma en medio de la angustia era mejor que aparentar una fortaleza inexistente. Su ejemplo nos muestra que la vulnerabilidad no es sinónimo de debilidad, sino un acto de confianza en Dios.

A pesar de que David escribía de esta manera, él estaba claro que Dios no le había abandonado, pues, en el Salmo 23 expresa: «Jehová es mi pastor, nada me faltará». En el Salmo 27 dice: «Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré?». Hermanos, la Biblia nos manda a abrir nuestros corazones a Dios, a presentarnos delante de Él con un corazón sincero y debemos vencer la arrogancia y hacerlo cada mañana, cada momento de nuestras vidas.

En el verso tres también podemos ver esos momentos cuando pensamos que Dios tarda para respondernos, pero la verdad es que Dios no tarda, sino que Él actúa en el momento preciso y debemos pedirle paciencia para saber esperar en Él. Muchas veces la respuesta no viene de inmediato porque el Señor está trabajando en nuestro carácter, en nuestra fe y en nuestra dependencia de su gracia. Cada aparente silencio de Dios es una oportunidad para aprender a confiar más.

David finaliza este Salmo diciendo:

4 Para que no diga mi enemigo: Lo vencí.
Mis enemigos se alegrarían, si yo resbalara.

5 Mas yo en tu misericordia he confiado;
Mi corazón se alegrará en tu salvación.

6 Cantaré a Jehová,
Porque me ha hecho bien.

Salmo 13:4-6

En estos versos podemos ver la confianza que David tenía puesta en Dios, pues dice: «Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación». Y finaliza con estas dulces palabras: «Cantaré a Jehová, porque me ha hecho bien». Hermanos, Cristo nos ha hecho bien y eso es lo suficiente para que cada día glorifiquemos su Santo Nombre.

El Salmo 13 comienza con un clamor desesperado, pero termina con un cántico de esperanza. Esta transición nos recuerda que, aunque atravesemos noches oscuras, siempre habrá un amanecer en la presencia del Señor. Cuando reconocemos su bondad y misericordia, el lamento se convierte en alabanza y la tristeza en gozo. Así como David confió en la salvación de Dios, también nosotros podemos vivir cada día con la certeza de que Él nunca abandona a los suyos.

Que cada vez que atravesemos pruebas recordemos este salmo, no para quedarnos en la queja, sino para avanzar hacia la confianza y la adoración. El Señor sigue siendo fiel, y aunque los enemigos se levanten, el poder de Dios nos sostiene. Por eso hoy podemos decir con seguridad: «Cantaré a Jehová, porque me ha hecho bien».

No seas sabio en tu propia opinión
El perverso de corazón nunca hallará el bien