Nosotros los seres humanos estamos llenos de debilidades sin fin, pues esa es la naturaleza que hemos heredado de Adán, pero, el que estemos bajo debilidades e imperfecciones no es algo por lo cual debemos desmayar, al contrario, el Espíritu de Dios nos ayuda en esas debilidades y en esas pruebas que a veces pensamos que nunca llegaremos a superar.
Si eres un cristiano débil, pues qué bueno, esa debilidad nos acerca más a Dios porque nos damos cuenta que le necesitamos y que nuestra esperanza no está en nosotros mismos sino en Él. Recuerdo hace unos años cuando cierta persona dijo mientras predicaba: «Este lugar no es para débiles, es para fuertes». En ese momento me quedé pensando en varios pasajes de la Biblia y me di cuenta que en realidad Dios no está buscando personas fuertes, Él está buscando personas débiles, y en la Biblia encontramos varios ejemplos: Elías huyó de Jezabel (1 Reyes 19) , Job deseó no haber nacido (Job 3) , Pedro negó a Jesús por tres ocasiones (Mateo 26), entre otros. Lo cierto es que nosotros también estamos sujetos a esas debilidades, pero al igual que ellos, Dios nos sostiene en medio de tantas pruebas.