El pueblo de Israel ha sido reconocido como el pueblo de Dios, como la niña de sus ojos, Dios le dió grandes victorias, mostró su mano poderosa con todos ellos en Egipto, los guió por el desierto, los libró de grandes males, Dios nunca les abandonó y siempre fue un pueblo que pudo evidenciar la gloria de Dios.
Pero este pueblo, a pesar de probar las maravillas y bendiciones de Dios, muchas veces veces se iba detrás del mal y Dios les amonestaba a través de diferentes profetas según nos narra el antiguo testamento, hasta el punto que fueron cautivos por Babilonia, y todo esto por no honrar a Dios como debían hacerlo, sino que muchas veces se iban tras la idolatría y sus reyes no querían reconocer las palabras dichas por los profetas enviados por Dios.
Jeremías escribió una carta de parte de Dios para los cautivos de Israel en Babilonia:
12 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré;
13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.
14 Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar.
Jeremías 29:12-14
Nuestro Dios es bueno y no existe nadie como Él, pues, a pesar del pueblo de Israel ser rebelde, Dios siempre buscaba volverlos al camino, ¿por qué? Porque Dios siempre ha amado a su pueblo y de la misma manera cuando nosotros nos desviamos del camino Dios, siempre nos trae, porque el que empezó la buena obra en nosotros la terminará.
Sin duda alguna, estas palabras de aliento de parte de Dios son una profecía de como Dios libraría su pueblo y tendría misericordia de ellos y podrían invocarlo nuevamente y Dios les iba a escuchar.
Clamemos a Dios, sin importar la prueba, Dios siempre nos escucha y les aseguro que Él nos puede librar de nuestros peores temores.
