Jehová es fortaleza en el día de angustia

¿Quién es Dios? ¿Cuántas cosas maravillosas puede hacer nuestro amado Creador? La respuesta a estas preguntas es amplia y profunda, porque hablar de Dios es hablar del origen de todo lo existente, del Ser supremo que sostiene la vida y gobierna con justicia perfecta. Desde el libro de Génesis hasta el Apocalipsis encontramos la manifestación constante de su poder, su amor y su misericordia hacia la humanidad. Nada de lo que ha hecho el Señor permanece oculto, pues sus obras se pueden contemplar tanto en la historia bíblica como en la creación que nos rodea. Dios se ha mostrado de diferentes maneras a los hombres y, aun en nuestros días, seguimos probando de las maravillas de su poder y de su gracia. La Biblia también nos recuerda que Él controla la naturaleza misma, mostrando así su soberanía sobre todo el universo.

El profeta Nahúm dice:

5 Los montes tiemblan delante de él, y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo, y todos los que en él habitan.

6 ¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas.

7 Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían.

Nahúm 1:5-7

Estas palabras del profeta Nahúm son un reconocimiento de la grandeza de Dios, dejando ver que incluso la misma naturaleza tiembla delante de su majestad. Montañas, collados, ríos, mares y toda la tierra están sujetos a su voz y a su poder. Si la creación entera se estremece ante Él, cuánto más deberíamos nosotros, como criaturas suyas, vivir en reverencia y temor santo. El pasaje también nos muestra la realidad de la ira de Dios: ningún hombre ni criatura puede resistir el ardor de su enojo. Cuando Dios ejecuta su juicio, no hay fuerza humana ni poder natural capaz de detenerlo.

Sin embargo, este capítulo no nos presenta a un Dios únicamente airado. Al contrario, Nahúm nos revela un aspecto profundamente consolador: “Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían”. Esto nos recuerda que Dios es justo en su ira, pero también abundante en misericordia. Su bondad es tan real como su justicia, y esa bondad se convierte en refugio seguro para los que se acercan a Él con fe y humildad. Mientras los impíos temen a su juicio, los justos se alegran en su bondad.

La bondad de Dios es uno de sus atributos más hermosos y poderosos. A diferencia del ser humano, que naturalmente es egoísta y corrupto, Dios es esencialmente bueno. Los hombres solo pueden experimentar bondad verdadera cuando el toque divino transforma sus corazones. Por eso, cuando alguien llamó “bueno” a Jesús durante su ministerio, Él respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno: Dios”. Con esto nos enseñó que la bondad perfecta y absoluta solo se encuentra en el Padre celestial.

Podemos confiar en esa bondad en todo tiempo, especialmente en los días de angustia. Dios es la fortaleza de sus hijos, y quienes depositan su confianza en Él jamás serán avergonzados. El mundo puede fallarnos, las personas pueden abandonarnos, pero el Señor permanece fiel para siempre. Él conoce a los que confían en su nombre, y ese conocimiento no es simplemente intelectual, sino un cuidado personal, cercano y amoroso. Él guía, protege, consuela y sostiene a quienes se refugian en su bondad.

Por lo tanto, cuando pensemos en quién es Dios, recordemos que Él es a la vez justo y misericordioso, poderoso y bondadoso, temible en su ira y dulce en su amor. La Biblia nos invita a acercarnos a Él con confianza, no con miedo paralizante, sino con un corazón que reconoce su grandeza y descansa en su bondad. Que cada día podamos decir con plena seguridad: Jehová es mi fortaleza, mi refugio y mi confianza. ¡A Él sea toda la gloria por los siglos de los siglos!

El Señor es mi ayudador; no temeré
No te impacientes a causa de los malignos