Tenemos muchísimos años escuchando sobre la venida de Cristo por su iglesia, particularmente lo he escuchado desde mi niñez, he visto un «Cristo viene» en letreros en las calles, en camiones, personas predicando con altoparlantes y mil formas más, o sea, este mensaje ha sido predicado por cientos de años y todos lo hemos escuchado y hoy nuevamente digo lo que he escuchado: «Cristo viene».
Sin duda alguna, en la Biblia, la Palabra de Dios, nos habla mucho sobre ese suceso, el mismo Jesús no guarda silencio sobre el mismo cuando sus discípulos le preguntan acerca de esto, Jesús les dice lo siguiente:
Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.
Mateo 24:42
Recuerdo un usuario que dejó un comentario en cierto vídeo de YouTube, él decía que no quería escuchar eso de que Cristo viene porque tiene escuchando lo mismo desde su niñez y Cristo nada de venir. Esto es cierto, yo también he escuchado lo mismo, sin embargo, sigo creyendo fielmente que Cristo viene por su iglesia.
El punto sobre esto es que muchas veces predicamos este mensaje mal, decimos: «Cristo puede venir tan pronto como ahora mismo». Ese es uno de los clichés cristianos más famosos que existen, sabemos que eso no es así, antes de que Cristo venga deben pasar muchas cosas, las cuales encontramos en Mateo capítulo 24, y quizás por ese mensaje mal transmitido la gente habla tanto en contra de nuestro mensaje.
Lo cierto es que Cristo viene, y ese día y hora nosotros no lo sabemos, pero Cristo no nos manda a identificar cuándo será ese día ya que eso no está en nuestras manos, solo nos manda a velar, a estar pendientes, a echar mano de la salvación y de la eternidad.
Cristo viene, y ese día será sumamente glorioso y debemos estar preparados cada segundo de nuestras vidas, porque de que Él viene vendrá, y en poder y gran gloria.
La promesa del regreso de Jesús no es un invento humano ni un mito religioso; es una verdad respaldada por la misma Palabra de Dios. Desde el Antiguo Testamento los profetas anunciaron el día del Señor, y en el Nuevo Testamento se nos recuerda constantemente que debemos vivir vigilantes. Esta espera no debe ser pasiva, sino activa, trabajando para el Señor y compartiendo el evangelio con los demás. Si alguien dice que está cansado de escuchar que Cristo viene, lo que realmente está mostrando es que no entiende que este mensaje es nuestra esperanza más grande.
Es natural que algunos cuestionen: “¿Por qué no ha venido todavía?”. La Biblia misma nos da la respuesta: Dios es paciente y no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Cada día que pasa sin que Cristo haya regresado es una oportunidad de gracia para que más personas escuchen el mensaje y sean salvas. Por eso, lejos de desanimarnos, debemos estar agradecidos de que aún hay tiempo para anunciar la verdad del evangelio.
En Mateo 24 Jesús describe señales que antecederán a su venida: guerras, rumores de guerras, falsos profetas, aumento de la maldad y enfriamiento del amor de muchos. Y aunque todo esto ya lo vemos cumplirse en nuestros tiempos, todavía debemos recordar que la orden de Cristo es clara: velad y estad preparados. No se trata de adivinar fechas ni de caer en especulaciones, sino de mantenernos firmes en la fe, viviendo en santidad y con los ojos puestos en la eternidad.
Así como un siervo espera el regreso de su señor, así debemos vivir nosotros, atentos y fieles, sabiendo que en cualquier momento puede cumplirse la promesa. El creyente verdadero no teme la venida de Cristo, al contrario, la anhela con gozo, porque sabe que será el día de la recompensa y de la redención total. Para quienes no le conocen, será un día de sorpresa y de juicio, pero para la iglesia será el cumplimiento de la mayor esperanza.
En conclusión, el mensaje sigue siendo el mismo: Cristo viene. Aunque algunos se burlen, aunque otros se cansen de escucharlo, esta verdad permanece. El tiempo de Dios no es el nuestro y su paciencia es muestra de su amor. Lo importante es que estemos preparados en todo momento, viviendo una vida que honre al Señor, compartiendo la fe con otros y manteniendo nuestra esperanza firme. Porque de que Él viene, vendrá, y será un día glorioso para los que le esperan con amor y fidelidad.