Desde los primeros siglos de la historia de la iglesia, el cristianismo se convirtió en un movimiento que transformaba vidas y sociedades, pero también fue objeto de fuertes oposiciones. No es extraño ver cómo las personas que decidieron seguir a Cristo tuvieron que enfrentarse a duras pruebas, burlas y hasta la muerte por causa de su fe. Este panorama nos enseña que desde los comienzos ser cristiano implicaba valentía y entrega absoluta.
En sus inicios, el cristianismo fue víctima de grandes persecuciones, prisiones y muertes, o sea, ser cristiano costó la vida de miles de personas en sus primeros tiempos, y esto lo vimos también en la edad media de igual manera. Fueron objetos de burla por parte de reyes, principales y personas importantes de la época. Por otro lado, no debe parecernos extraño pensar que en pleno siglo 21 seguimos sufriendo distintas persecuciones en ciertos países.
Nunca debemos debilitar nuestra fe por las pruebas y dificultades que pasamos en el día a día, puesto que se nos ha prometido la vida eterna, y cuando dice eterna es realmente eterna. Debemos sentirnos los seres más felices del mundo por este hecho, ¿te imaginas adorando a Dios por toda una eternidad? ¡Gloria a Dios!
El apóstol Pablo dijo:
Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.
2 Timoteo 2:11-13
Es bueno leer esto, puesto que afirma nuestra plena confianza en lo prometido por nuestro Creador. Aquí Pablo está diciendo que no pensemos que nuestros sufrimientos y tribulaciones son en vano, que no pensemos que todo este dolor es para siempre o que nunca viviremos una mejor vida. Al contrario, debemos mantener en nuestros pensamientos la certeza de que un día estaremos juntamente con Él por toda una eternidad.
Las palabras de Pablo también nos recuerdan que la fidelidad de Dios es inmutable. Aunque nosotros, en nuestra humanidad, podamos fallar, Él permanece fiel. Esto nos da esperanza, porque nos muestra que nuestra salvación y nuestro destino eterno no dependen de las circunstancias presentes, sino de la gracia del Señor que nos sostiene en medio de las pruebas.
Hay un cántico muy famoso que dice:
No habrá necesidad
De la luz el resplandor
Ni el sol dará su luz,
Ni tampoco su calor.
Allí llanto no habrá,
Ni tristeza ni dolor,
Porque entonces Jesús
El rey del cielo
Para siempre será Consolador
Llegará un día donde esa vida eterna que se nos ha prometido nos será dada y no tendremos necesidad de las cosas terrenales que poseemos hoy en día, y no solo eso, sino que ya no derramaremos más lágrimas y estaremos ante Dios por toda una eternidad.
Mientras tanto, nuestra misión es mantenernos firmes en la fe y vivir de acuerdo con los principios del evangelio. Cada situación difícil, cada burla o desprecio que suframos, no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Esa esperanza debe fortalecernos día a día.
Recordemos también que no estamos solos. Muchos cristianos en el mundo actual enfrentan cárceles, pérdidas familiares y hasta la muerte por causa de Cristo. Sus testimonios son un llamado a la perseverancia, ya que ellos nos muestran con sus vidas que vale la pena permanecer fieles hasta el final.
Por eso, sigamos confiando en Dios en medio de toda prueba y gocémonos, pues un día todo esto terminará. La promesa de vida eterna nos sostiene y nos da razones para mantener la mirada en lo alto. Vivamos en gozo, con la seguridad de que el sufrimiento terrenal es pasajero, pero la gloria de Dios será eterna.