Andemos como hijos de luz

Qué bueno es cuando nosotros andamos como luz en medio de las tinieblas, alumbrando a aquellos que viven en oscuridad, personas que se sienten perdidas, sin dirección y con su vida pendiendo de un hilo. El mundo está lleno de incertidumbre y confusión, y muchos caminan sin esperanza, buscando respuestas en lugares equivocados. En medio de ese panorama, Dios nos ha llamado a ser luz, a mostrar un camino diferente, a reflejar el carácter de Cristo para que otros puedan ver la verdad y acercarse a Él.

Nosotros, como hijos del Todopoderoso, debemos dar ejemplo en todo lugar y en cualquier circunstancia. No importa si estamos en el trabajo, en la escuela, en la iglesia o en la calle; siempre debemos recordar que somos portadores de la luz de Cristo. El Señor, que es nuestro buen pastor, nos guía y nos ilumina con su luz para que podamos también iluminar a otros. No caminamos en nuestras propias fuerzas, sino en la gracia de Aquel que nos ha rescatado de la oscuridad.

Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

Efesios 5:1

El apóstol Pablo nos exhorta a imitar a Dios como hijos amados. Esta es una invitación y también un reto. Imita a tu Padre celestial en la manera de hablar, de actuar y de amar. Jesús mismo, siendo el Hijo de Dios, caminó en esta tierra dando ejemplo de obediencia, servicio y amor. Si Él, siendo el creador de todas las cosas, se humilló para servir, cuánto más nosotros debemos vivir de manera que reflejemos su carácter.

Como creyentes, debemos recordar que siempre habrá personas a nuestro alrededor que viven con el dedo acusador, observando cada paso que damos. El mundo muchas veces espera que los cristianos fallen para levantar juicios y críticas. Por eso, necesitamos estar firmes en el Señor, confiando en su gracia y viviendo con integridad. No podemos evitar que nos juzguen, pero sí podemos decidir caminar en obediencia para que nuestras acciones glorifiquen a Dios.

Y andad en amor, como también Cristo nos amó,
y se entregó a sí mismo por nosotros,
ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.

Efesios 5:2

El llamado es claro: andar en amor. Cristo es el modelo perfecto, pues Él nos amó hasta dar su vida en sacrificio por nosotros. Ese amor no fue superficial ni condicional, fue un amor sacrificial y eterno. Así debe ser nuestro amor hacia los demás. Aunque el mundo nos critique, aunque algunos nos señalen y nos juzguen, nuestra respuesta debe ser siempre el amor. Es ese amor el que tiene poder de transformar vidas y abrir corazones a la verdad del Evangelio.

Tenemos un Dios que es amor, y su naturaleza es la que debemos reflejar. No pongamos nuestra mirada en quienes nos señalan, porque llegará el día en que ellos mismos reconocerán que solo el amor de Dios cubre multitud de pecados. Lo importante es que nosotros perseveremos en mostrar ese amor, porque con nuestras acciones estamos predicando más fuerte que con nuestras palabras.

Por lo tanto, quienes caminamos en los caminos del Señor debemos ser ejemplo constante para los demás. No se trata solo de lo que decimos en la iglesia, sino de cómo vivimos cuando nadie nos ve. Si mostramos la luz de Cristo con nuestra vida, muchos dirán: “Dios es real”. Y se harán esa afirmación porque habrán visto en nosotros un pueblo que, donde quiera que va, representa a Cristo como su Señor. Ser luz en medio de las tinieblas es nuestra misión, y cada día tenemos la oportunidad de brillar para la gloria de Dios.

Aunque la higuera no florezca, me alegraré en Jehová
Un buen soldado de Cristo