La ofrenda de la viuda pobre

La historia de la ofrenda de la viuda pobre es uno de los relatos más conmovedores de las Escrituras, pues refleja la grandeza de un corazón agradecido más allá de los bienes materiales. En este pasaje vemos cómo Dios no se fija en la cantidad de lo que damos, sino en la disposición y sinceridad con la que lo hacemos. A través de este ejemplo, Jesús enseña una verdad fundamental sobre la generosidad, la fe y la confianza en el Señor, que permanece vigente hasta nuestros días.

Una mujer viuda y pobre que estaba en el momento que se iba a de depositar la ofrenda. Más adelante les mostraremos varias citas bíblicas que nos hablan sobre esta mujer.

Jesús estaba en el templo, y vio cómo algunos ricos ponían dinero en las cajas de las ofrendas. También vio a una viuda que echó dos moneditas de muy poco valor. Entonces Jesús dijo a sus discípulos:

Lucas 21:1

Aquí la Biblia nos explica que Jesús estaba en el templo, y veía Jesús como muchos ricos depositaban sus ofrenda. Pero algo que pasaba allí en aquel lugar y era que aquellas personas ricas daban, pero no lo hacían de corazón sino que daban de lo que le sobraba y solo daban para ser vistos por los demás.

Sin embargo, una mujer viuda, sin pensarlo mucho, depositó una cantidad pequeña para los ricos, pero grande para ella, porque era lo único que le quedaba: dos blancas, monedas de poco valor.

A esta mujer no le importó el hecho de que no le iba a quedar dinero para su casa, sino que siendo agradecida de lo que el Señor le había permitido tener, le ofrendó lo único que le quedaba.

Este relato nos enseña que la verdadera generosidad no se mide por el monto de la ofrenda, sino por el sacrificio que implica. Mientras que muchos entregaban de lo que les sobraba, ella entregó todo lo que tenía, demostrando así su total dependencia de Dios y su confianza en que Él supliría sus necesidades.

Luego Jesús le dice a sus discípulos:

3 Les aseguro que esta viuda pobre dio más que todos los ricos.

4 Porque todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, que es tan pobre, dio todo lo que tenía para vivir.

Lucas 21:3-4

A esta mujer que no tenía esposo se le dificultaba conseguir dinero para sobrevivir, tenía que trabajar mucho para conseguir dinero de muy poco valor para el sustento de su hogar.

También, Jesús le destacó a sus discípulos el hecho que comentamos anteriormente, que aunque la ofrenda de la viuda fue pequeña en cantidad, dio más que todos los demás, porque ella dio todo lo que tenía, mientras que los demás solo daban de lo que le sobraba.

Este pasaje tiene una aplicación práctica para nuestra vida cristiana actual. Muchas veces pensamos que para agradar a Dios debemos dar grandes sumas, pero la realidad es que el Señor se agrada de una ofrenda sincera, aunque sea pequeña. La fe de la viuda se manifestó en su acción, pues confió plenamente en que Dios sostendría su vida a pesar de haber dado lo último que tenía.

Como consejo para nosotros a la hora de ofrendar, es bueno recordar hacerlo de corazón y con gozo, no con tristeza, porque cuando damos con tristeza, Dios no recibe esa ofrenda. La Palabra de Dios dice que el que le da al pobre, a Dios le presta:

A Jehová presta el que da al pobre,
Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.

Proverbios 19:17

La historia de la viuda nos invita también a reflexionar sobre nuestra actitud hacia el dinero y las posesiones. Hoy en día vivimos en un mundo donde la abundancia se valora más que la sinceridad, pero la enseñanza de Jesús rompe con esa mentalidad. La fe genuina se demuestra en la capacidad de confiar en Dios, incluso cuando lo que tenemos parece insuficiente.

Por último, podemos aplicar este ejemplo a otras áreas de nuestra vida. No solo se trata de dar dinero, sino de dar nuestro tiempo, talentos, fuerzas y todo lo que somos para la gloria de Dios. Así como la viuda entregó lo único que tenía, también nosotros podemos rendir lo que está en nuestras manos como una muestra de amor y gratitud al Señor.

Conclusión: La ofrenda de la viuda pobre es un recordatorio poderoso de que lo que realmente cuenta delante de Dios es la disposición del corazón. Ella no dio lo que le sobraba, sino lo que le costaba, y eso la hizo grande a los ojos del Señor. Que aprendamos a dar con fe, amor y confianza, sabiendo que Dios siempre recompensa a quienes le buscan con sinceridad.

En las muchas palabras no falta pecado
Vengan a Jesús los que están cansados y afligidos