El nacimiento de Jesús es uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia de la humanidad, no solo porque marca el inicio de una nueva etapa en el plan de salvación, sino también porque refleja la fidelidad de Dios al cumplir las promesas dadas a través de los profetas. Este relato, que encontramos en el evangelio de Mateo, nos invita a reflexionar sobre la obediencia, la humildad y el amor divino manifestado en un momento de gran sencillez. No se trata únicamente de un hecho histórico, sino de un mensaje eterno que continúa transformando vidas hasta el día de hoy.
Siempre es bueno recordar las enseñanzas que Jesús daba de cada unas de las cosas que decía o que hacía donde quiera que pisaba. Y también invitaba a las personas que practicaran lo que Él les enseñaba decía.
En este artículo les traemos una cita bíblica del libro de Mateo donde nos explica el nacimiento de Jesús y por qué Jesús nació en ese lugar:
Entonces José no tuvo más temor, y no se fue, sino que atendió a María, hasta en el momento que ella dio a luz a Jesús y cuidó de ella en todo momento y atendió todo el mandato de Dios.
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.
24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Mateo 1:23-25
Hablando de este tema tan emocionante sobre el nacimiento de Jesús, vemos la enseñanza que Dios nos está dando acerca de ser humilde, y esto es lo que el Señor nos quiere dejar en claro, y es porque en aquellos tiempos había muchas personas ricas, así como hoy en día. Es bueno que tomemos en cuenta cada una de las enseñanza que Jesús nos da a través su palabra.
La Biblia nos dice que Jesús nació en un pesebre siendo Rey, Creador de todas las cosas, aquí vemos que Él se humilló sin importar el lugar o sin importar lo que fueran a decir de Él.
Este relato nos muestra también la importancia de la fe en medio de la incertidumbre. José tuvo que confiar en la palabra del ángel y creer que lo imposible, un nacimiento virginal, era obra de Dios. Su decisión de permanecer con María es un ejemplo de obediencia y confianza en el plan divino. Muchas veces en la vida enfrentamos situaciones que no comprendemos, pero la fe nos sostiene y nos permite obedecer a Dios aun cuando no vemos con claridad.
Otro aspecto profundo que podemos extraer es que Jesús, siendo Rey de reyes, decidió nacer en las condiciones más humildes. Esto nos recuerda que el verdadero valor no está en las riquezas ni en la posición social, sino en el propósito que Dios ha trazado. La humildad de Cristo desde su nacimiento es un mensaje que sigue vigente hoy en día para todos nosotros.
Además, el nombre que se le dio: Emanuel, “Dios con nosotros”, reafirma la esperanza de que no estamos solos. Desde el inicio de su vida terrenal, Jesús mostró que su misión era acercarse al ser humano, compartir nuestras luchas y ofrecer salvación. No es un Dios lejano, sino un Dios presente, cercano y dispuesto a acompañarnos en cada etapa de nuestra vida.
El nacimiento de Jesús también nos invita a pensar en la grandeza de los planes divinos. Mientras el mundo esperaba a un Mesías poderoso que derrotara a los enemigos de Israel, Dios escogió un camino inesperado: enviar a su Hijo en la fragilidad de un niño, mostrando que la verdadera victoria se lograría a través del amor y el sacrificio.
Para concluir, es importante destacar que debermos guarnos de lo que dicen las Escrituras acerca de esto, y es que no seamos altivos ni malas personas, que si alguien nos necesita, nosotros no le digamos que no, sino que le ayudemos en lo que sea posible ayudarles, porque si contamos los milagros que hizo Jesús no terminaríamos hoy de esta gran ayuda que nos hizo Jesús.
El relato del nacimiento de Jesús no es simplemente un pasaje navideño para recordar una vez al año; es un llamado a vivir en humildad, obediencia y amor constante. Nos enseña a confiar en el plan de Dios aun cuando no lo entendamos, a valorar la sencillez y a servir a los demás como Él lo hizo. Celebrar su nacimiento es reconocer que Dios sigue con nosotros, guiándonos y transformándonos día tras día.