Fuimos llamados a predicar todo el consejo de Dios y no porciones selectivas de la Palabra. En nuestros días es muy común escuchar un predicador ir de una porción de La Palabra a otra porción de La Palabra a otra porción de La Palabra siempre buscando aquellos pasajes que bendicen a la congregación pero evitando de manera intencional aquellos pasajes que confrontan el pecado en el corazón de la misma congregación.
Nosotros no ayudamos a los discípulos de Cristo a crecer, a madurar a la imagen de Cristo cuando ellos nunca son confrontados con aquellos pasajes que fueron revelados por Dios justamente para limpiar la mente y el corazón de la vida de aquellos por quienes su hijo murió.
Predicador, te invito a poner atención a las palabras del Apóstol Pablo cuando hablaba con los ancianos de la iglesia de Éfeso en Mileto y les decía «por tanto os doy testimonio en este día de que soy inocente de la sangre de todos pues no rehuí declarar a vosotros todo el propósito de Dios (o todo el consejo de Dios según la traducción) «. Nota como el Apóstol Pablo se sentía completamente inocente al no haber evitado ninguno de los pasajes difíciles de la Palabra de Dios.
Presta atención a Su revelación, en ella está el poder de transformación de tu congregación, en ella está el poder de transformación del Dios a quien pertenecemos todos nosotros.