¿Qué son los ángeles? Los ángeles son mensajeros de Dios, seres espirituales, los cuales no poseen un cuerpo como el nuestro, no tienen carne ni huesos, como el mismo Jesús lo describe: «un espíritu no tiene carne, ni hueso, como veis que yo tengo.» (Lucas 24:37-39). En la Biblia se habla de los ángeles cientos de veces y es importante comprender que son seres «sobrenaturales» creados por Dios para cumplir su voluntad y ejecutar sus planes.
La palabra «ángel» se deriva de la palabra griega aggelos, la cual significa «mensajero.» La palabra correspondiente en Hebreo ma’lak también tiene el mismo significado. Esto nos recuerda que los ángeles no existen para llamar la atención sobre sí mismos, sino para transmitir un mensaje que viene de parte de Dios. En muchas ocasiones de la Escritura se nos presentan como enviados directos del cielo con un propósito claro: comunicar la voluntad de Dios y servir a sus escogidos.
Por ejemplo, en el libro de Daniel encontramos una de estas escenas:
«Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.» (Daniel 10:11)
Este y muchos otros versos en la Biblia nos dan luz sobre el trabajo de los ángeles como espíritus mensajeros de nuestro Dios. Pero esta no es la única faceta que debemos entender sobre ellos: también son seres poderosos y sobrenaturales. Es decir, no podemos reducirlos a simples símbolos o ilusiones, sino que son realidades espirituales creadas por Dios. El escritor a los Hebreos afirma: «¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?» (Hebreos 1:14). Esto significa que no solo traen mensajes, sino que también cumplen misiones de protección y ministerio para los hijos de Dios.
Ahora bien, debemos preguntarnos: ¿es cierto cuando alguien en la iglesia afirma haber visto un ángel y permanece igual, como si no hubiera pasado nada? El predicador Paul Washer en una ocasión ilustró esto diciendo: «¿Cómo es posible que te estés cepillando los dientes, digas que viste un ángel y luego sigas como si nada?» Su punto es claro: nadie en la Biblia que tuvo un encuentro real con un ángel reaccionó de manera indiferente. Siempre hubo temor, temblor, postración, incluso la pérdida de fuerzas. Ver a un ángel en su verdadera esencia es algo que sobrepasa la capacidad humana.
Algunos casos en la Biblia, como los de Daniel, Ezequiel, Josué y Zacarías, nos muestran cómo estos hombres no podían siquiera mantenerse en pie frente a la manifestación angelical. En Daniel 10, el profeta declara que quedó sin fuerzas y que sus labios se estremecieron ante aquella visión. Ezequiel también cayó sobre su rostro cuando contempló las visiones de Dios (Ezequiel 1:28). Josué, al encontrarse con el Príncipe del ejército de Jehová, se postró rostro en tierra y le adoró (Josué 5:14). Y Zacarías, al recibir las revelaciones del ángel, se turbó y temió grandemente (Lucas 1:12). Todos estos ejemplos nos muestran una misma realidad: la gloria de los ángeles es tan grande que el ser humano no puede reaccionar con indiferencia.
Por eso, debemos ser muy cuidadosos cuando escuchamos a alguien decir con ligereza: “Estoy viendo ángeles.” En una conversación personal, un predicador me confesó que en ocasiones decía eso «por fe» y no porque realmente estuviera viendo ángeles. Sin embargo, debemos reconocer que tal práctica puede ser peligrosa, porque confunde a los oyentes y da una impresión falsa. La Biblia condena toda forma de mentira, y afirmar algo que no hemos visto como si fuera una realidad puede ser un tropiezo para otros. La iglesia necesita claridad y verdad, no experiencias inventadas.
En conclusión, los ángeles son seres espirituales creados por Dios, mensajeros de su voluntad y ministros en favor de los creyentes. Pero no son seres comunes, ni tampoco deben ser usados como motivo de espectáculo humano. Son gloriosos, poderosos, y cuando se manifiestan, el hombre queda sobrecogido ante su presencia. Por lo tanto, no creo que podamos ver un ángel en su esencia y permanecer “normales”. Las Escrituras muestran lo contrario: cada encuentro con un ángel fue impactante, humillante y transformador. Que Dios nos guarde de inventar experiencias y, más bien, nos permita confiar en su Palabra, que es suficiente para conocer la verdad sobre lo espiritual.