Tres daños de la pereza según la Biblia

La pereza es un rasgo que a menudo consideramos sencillo y muy fácil de cambiar. Tristemente, la realidad de todo es que la pereza nos puede causar un daño enorme, y, a menos que decidamos por la gracia de Dios no ser perezosos, todos caeremos víctimas de sus peligros. La Biblia habla con claridad de este tema, mostrando que no es simplemente un mal hábito, sino un problema espiritual que puede afectar cada área de nuestra vida.

Para ayudarnos a entender lo serio de la gravedad de la materia pereza y para motivarnos a no ser perezosos, a continuación les mostramos algunos de los peligros planteados por la pereza – de acuerdo a la Biblia. Veremos cómo este pecado destruye familias, trabajos y oportunidades, y cómo la diligencia es un camino que honra a Dios y bendice nuestras vidas.

1. La pereza trae consigo escasez

Si queremos comer bien y vivir en una casa decente, con ropa cómoda y aún disfrutar de bendiciones materiales como el acceso a Internet, entonces no podemos darnos el lujo de ser perezosos. La vida nos exige esfuerzo, disciplina y responsabilidad. La pereza trae escasez a nuestras vidas, no solamente en lo material, sino también en lo espiritual. Una persona que no ora ni lee la Palabra por negligencia espiritual termina teniendo un alma vacía y débil.

Se han visto y escuchado historias de personas que pierden la riqueza que heredaron de sus padres, simplemente porque disfrutaron de la buena vida y despreciaron el valor del trabajo duro y el ahorro de lo que tenían. Por desgracia, los años de esfuerzo dedicados por sus padres fallecidos sólo para ahorrar para ellos se vuelven inútiles en poco tiempo. La Biblia nos recuerda:

La mano negligente empobrece;
Mas la mano de los diligentes enriquece.

El que recoge en el verano es hombre entendido;
El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.

Proverbios 10: 4-5

2. La pereza puede hacernos perder nuestros empleos

¿Quieres tener un trabajo decente – y permanecer mucho tiempo en él? Entonces no seas perezoso. Ningún jefe quiere mantener en su empresa a alguien irresponsable, lento o que no cumple sus tareas. La pereza destruye la confianza y abre la puerta a la pérdida de oportunidades. Un trabajador diligente puede ser promovido; un trabajador perezoso tarde o temprano será despedido.

Proverbios 10:26 nos enseña esta verdad con una comparación muy clara:

Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos,
Así es el perezoso a los que lo envían.

Así como el humo molesta y el vinagre produce incomodidad, el perezoso es una carga para quienes confían en él. La diligencia, en cambio, es un testimonio cristiano de responsabilidad y fidelidad.

3. La pereza nos priva de nuestro derecho a comer

Puede sonar duro, pero la Biblia lo dice claramente. Si alguien se niega a trabajar, no debería esperar ser alimentado como si nada pasara. Esto no se refiere a quienes no pueden trabajar por enfermedad o edad, sino a aquellos que pudiendo, no quieren hacerlo. El apóstol Pablo fue muy directo con esta instrucción:

Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. (2 Tesalonicenses 3:10)

Esto significa que Dios bendice al trabajador, pero el perezoso no tiene base moral para exigir sustento. Proverbios 10:3 también lo confirma:

Jehová no dejará padecer hambre al justo;
Mas la iniquidad lanzará a los impíos.

La diligencia no es solo una virtud práctica, es una expresión de justicia y obediencia delante de Dios. La pereza, en cambio, abre puertas a la escasez, al fracaso laboral y al desorden espiritual. El Señor nos llama a ser trabajadores, esforzados, responsables y a poner nuestros dones en servicio para su gloria. Recordemos siempre que el trabajo no es una maldición, sino un mandato divino dado desde la creación: Adán fue puesto en el Edén para labrarlo y cuidarlo. Por lo tanto, vencer la pereza es vivir en obediencia y recibir las bendiciones que Dios promete a los diligentes.

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